15.

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Yuichiro Ichinose

Mikaela fue admitido en la escuela con una alta calificación, lo cual me llena de orgullo. No tenía dudas de que pasaría el examen, y por suerte, lo asignaron al mismo salón que yo, lo que hará más fácil estar junto a él y ayudarlo a adaptarse a las clases.

Por fortuna, Mikaela parece adaptarse fácilmente. Rápidamente comprendió los temas de las clases, y hasta los maestros parecen adorarlo por ser de los pocos que responden sus preguntas.

Sin embargo, lo que nadie previó fue la popularidad que ganó de inmediato, atrayendo incluso a personas de otros salones. Venían a saludarlo o intentar entablar una conversación con él. No sé qué tan buena idea sea que estén cerca de él, por el tema de los colmillos y eso. ¡No estoy celoso! Solo me preocupa que puedan descubrirlo.

Harto de todos, tomé la muñeca de Mikaela y lo jalé sutilmente. Aunque sé que mi fuerza humana no podría lastimarlo, lo llevé fuera del salón no sin antes lanzar una mirada de advertencia a todos: No se acerquen.

Lo llevé a la azotea y nos sentamos en un rincón sombreado. Suspiré con pesar y me dispuse a desenvolver mi desayuno.

—Gracias por sacarme de ahí, me sentía asfixiado, aunque en sentido figurado porque, bueno, ya no respiro desde hace años —Dijo con una risa nerviosa.

—No tienes que agradecer, Mika —Le respondí con una sonrisa mientras me llevaba un onigiri a la boca. Lástima que él no pueda comer esta maravillosa comida—. Lamento que en tu primer día hayan dejado tarea.

—Oh, no hay problema, me emociona más pensar que lo vamos a hacer juntos.

—Solo por ti, comenzaré a ser más responsable con mis tareas, te lo prometo.—Dije, extendiendo mi brazo y levantando mi meñique. Él solo ladeó la cabeza y frunció levemente el ceño.—Así los humanos hacemos promesas —Expliqué, tomando su mano y enlazando su meñique con el mío.— Así, ¿ves?

Apenas percibí la piel fría de Mikaela contra la mía, mi corazón dio un vuelco. Tal vez mis mejillas se sonrojaron, no lo sé. Me siento ridículo. Solo pude notar cómo miraba nuestras manos entrelazadas con un brillo en sus ojos. Al menos aprendió algo nuevo.

—Me agrada pasar tiempo contigo, Yuu-chan. Eres divertido, y no en el mal sentido. No eres como los demás humanos, aunque tampoco es que conozca muchos.—Rió, tapándose la boca, tal vez para que no vea sus colmillos, pero a mí no me importa, se ven lindos en él.—Siempre sabes qué decir o hacer casi todo el tiempo. La verdad, agradezco que tú hayas encontrado ese espejo, ya que gracias a él pudimos conocernos.

Mi sonrojo solo aumentó, pero no importó. Me acerqué a Mikaela y besé su frente para luego unir la mía con la suya.

—Yo también me siento muy agradecido de haberte conocido.

—Yuu-chan, ¿puedo pedirte algo? —preguntó, su voz suave y sincera.

—Lo que quieras, Mika.—Respondí, dispuesto a hacer cualquier cosa por él.

—Nunca cambies. Sé que a veces es difícil, pero contigo me siento... normal otra vez.

Nos sonreímos mutuamente para después comenzar a hablar de trivialidades hasta que sonó la campana del receso.
Me levanté primero, extendiendo mi mano para ayudarlo a levantarse. A pesar de todo, siempre me sorprende lo ligero que es, como si apenas pesara.

—¿Estás listo para enfrentar al ejército de admiradores otra vez?—Pregunté con una sonrisa burlona y él solo puso los ojos en blanco.

—Mientras estés conmigo, podré soportarlo—Respondió, devolviéndome la sonrisa.

Bajamos juntos las escaleras, y cuando llegamos al salón, los mismos rostros curiosos nos esperaban y nuevamente, quise alejar a Mika de esas miradas.

Dimensiones || MikaYuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora