05.

149 21 1
                                    

Narrador omniciente

—¡No puedo creer que seas un vampiro! —dijo Yuichiro, asombrado, mientras se acercaba más al rubio para ver mejor sus colmillos. Mikaela lo apartó rápidamente.

—Diría que soy mitad monstruo.

—Técnicamente, aquí se les considera así, pero supongo que tú lo ves de otra manera —dijo Yuichiro, colocando su mano sobre la cabeza de Mikaela—. Eres muy cruel contigo mismo, ¿sabías?

—Eso no es importante ahora, Yuichiro —respondió Mikaela, quitando con delicadeza la mano de su cabeza.

—Tienes razón, lo siento.

—No tienes por qué disculparte. No has hecho nada malo —dijo Mikaela con una leve sonrisa, a la que Yuichiro correspondió con una sonrisa más amplia—. No es una competencia.

El comentario hizo que Yuichiro soltara una carcajada. Hablaron sobre todo el asunto de los espejos, y Mikaela le explicó más sobre ellos y su función, aunque evitó contar detalles personales, considerándolos irrelevantes por ahora. Llegaron a la conclusión de que los espejos estaban conectados entre sí, y que la activación fue producto de un hechizo que ambos habían lanzado en algún momento.

Yuichiro intentó repetir las palabras del hechizo, pero no funcionaron; su espejo no hacía nada fuera de lo común.

—Tal vez yo también necesito activar el mío para que funcione, pero cuando me teletransporté, no tuve tiempo de agarrarlo. Fue una sorpresa que funcionara, por eso decidí intentar el hechizo —dijo Yuichiro, revolviéndose el cabello con frustración.

—Si encontramos este portal, deben de haber más.

—¡Tienes razón! Podemos ir al lugar donde encontré este espejo. ¿Hay bibliotecas aquí? Puede haber algo sobre esto.

—Puedo llevarte a ese lugar y también a una biblioteca. Sinceramente, no soy de leer libros con tantas palabras, pero puedo ayudarte —dijo Yuichiro, emocionado.

—Gracias, Yuichiro —sonrió Mikaela.

—Estoy solo hasta la noche, así que podemos salir. —Se levantó y se dirigió a su armario. Mikaela lo siguió con la mirada, curioso.

Yuichiro le lanzó una camisa, pantalones y unos zapatos—. Estas prendas me quedan algo grandes; tú eres ligeramente más alto que yo, creo que te servirán.

Mikaela no comprendió el plan de su compañero y solo veía la ropa tirada en el suelo.

—También tenemos que hacer algo con tus colmillos. Parece que no te gusta esa parte de ti. ¿Crees que una dentadura postiza baste? Un momento... No pensé en el sol. ¿Los vampiros se queman? ¿Tú te quemas?

—Tranquilo, Yuu.—respondió Mikaela, levantándose junto con la ropa—. Paso por paso, explícame lo de la ropa y la dentadura. Y no, no me quemo, tengo un medallón que me protege del sol.

—Me alegra escuchar eso. Con respecto a la ropa, parece que vas a una fiesta de disfraces o a una guerra. Y lo de la dentadura es porque los humanos la usamos cuando nos faltan dientes, no somos como ustedes que pueden regenerarse.

—Tienes un punto. Me voy a cambiar.

Yuichiro salió de la habitación para que Mikaela pudiera cambiarse. El conjunto consistía en pantalones negros, una camisa roja con cuadros negros de mangas cortas y unos zapatos blancos. La ropa le quedaba justo, y al ver su reflejo en el espejo, pensó que no lucía tan mal.

Por un instante, recordó su necesidad de sangre. Por suerte, en su traje había suficiente para unos días, pero cuando se acabara y no hubiera vuelto a casa, ¿qué haría?

Sus pensamientos fueron interrumpidos por la emocionada voz de Yuichiro—. ¿Estás listo? —Mikaela asintió. Yuichiro también se había cambiado a ropa más cómoda.

Decidieron no usar una dentadura postiza, ya que Yuichiro mencionó que algunas personas se afilan los colmillos por moda, lo que tranquilizó a Mikaela aunque le parecía extraño.

Cuando salieron de la casa, su caminata fue interrumpida por los amigos de Yuichiro, quienes estaban sentados bajo un árbol en los alrededores. El de ojos verdes frunció el ceño, molesto por la desconfianza de sus amigos, aunque le alegraba que se preocuparan por él. Habían estado allí por hora y media, lo cual le parecía exagerado.

—Los acompañaremos y no aceptamos un no como respuesta —dijo Shinoa, cruzándose de brazos.

—Como quieran, da igual —respondió Mikaela, restándole importancia.

Cada uno de los amigos se presentó. Mikaela no estaba interesado en ellos, pero consideró útil tenerlos de su lado mientras estuviera allí. La rubia se llamaba Mitsuba, la pelimorada era Shinoa, mejor amiga de Yuichiro, el pelirrosa era Kimizuki, y el castaño era Yoichi.

—¡Maldita sea! —gritaba Yuichiro, haciendo un berrinche.

—¿Sucede algo? —preguntó Mikaela.

—La maldita casa ya no está, estaba aquí.

—Esto parece una película de terror. Ahora que lo pienso, no recuerdo haberla visto antes. Este lugar era abandonado hasta que ustedes vinieron. Me sorprendió que construyeran algo tan rápido, pero ahora está como antes.

—¡No me digas eso! Debe estar en algún sitio. Shinoa y yo la encontramos en Facebook, tal vez podamos buscarla nuevamente allí —dijo desesperado.

—Aún nos debes una explicación de todo esto. ¿Para qué quieres volver a ese lugar? ¿No te basta con tener a un vampiro de otra dimensión aquí? —comentó Kimizuki, fastidiado.

—No, Kimizuki. Él tiene que volver a su hogar, así que deja de repetir ese detalle.

Los dos chicos comenzaron a discutir. Mikaela, perplejo, no intervino, ya que podía ser él discutiendo con el fastidioso de Ferid. Los demás parecían acostumbrados a esas discusiones, ya que no intentaron detenerlos.

Mikaela se acercó al lugar donde supuestamente debería estar la casa. En el suelo notó unos símbolos extraños que a simple vista parecían rayones. Buscó algo afilado y encontró un vidrio roto. Buscó una roca sobresaliente con la simbología, se cortó la mano y dejó que la sangre se esparciera sobre la roca.

En unos segundos, el tiempo pareció detenerse y la casa comenzó a aparecer, brillando como en una película de magia.

—Lo sospechaba —dijo Mikaela, acercándose al grupo que lo miraba con una mezcla de confusión, asombro y terror. Le parecían graciosas sus expresiones, pero ignoró eso y fue directo al grano—. Es propiedad de vampiros, y para ser exactos, de la nobleza.

Dimensiones || MikaYuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora