18.

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Narrador omnisciente

Usando un tubo de ensayo lleno de sangre que Mikaela dejó accidentalmente, lograron entrar al edificio sin problemas, siguiendo los pasos que él había hecho antes. Cuando encontraron al vampiro que habitaba el lugar, Yuu le explicó toda la situación.

—¿Cómo dejaste que el príncipe Mikaela volviera solo a ese lugar? No puedo creer que Ferid realmente haya llevado a cabo su plan. ¡Pensé que solo bromeaba! Es un verdadero lunático.

—¿Entonces tú sabías de su plan contra la familia real? —preguntó Yuichiro, preocupado.

—Claro que sí, siempre hablaba de que él debería tener un puesto mejor, que él debía ser el rey y otras estupideces.—se sostuvo la sien—. Pensé que solo eran palabras vacías, pero conociéndolo bien, debí suponer que realmente haría algo.

—Mika está en peligro, ¡debemos ir por él!

—Oye, tranquilo, chico —intervino el vampiro antes de que el azabache comenzara a inventar un plan—. ¿Te das cuenta de que eres humano? Todos ustedes son humanos. No pueden contra los vampiros. Ni siquiera el príncipe pudo conmigo, ¿qué te hace pensar que puedes salvarlo?

—Yo...

Crowley tenía razón. Yuichiro lo sabía, pero no quería aceptar la realidad. Se sentía inútil, incapaz de ayudar a su amigo porque era débil. No tenía poderes ni un arma capaz de afectar gravemente a los vampiros.

—¿No hay un arma o artefacto que lastime gravemente a los vampiros? —preguntó Yoichi, buscando una esperanza para su amigo, que parecía al borde del llanto.

—De hecho... sí las hay, pero dudo que sepan cómo usarlas o siquiera sepan pelear.

—Yo estoy en el club de tiro con arco y Shinoa sabe dar buenos puñetazos, pero no creo que sirva de mucho —dijo el castaño.

El vampiro se quedó unos segundos analizando la situación. La familia real estaba en peligro, y seguramente los guardias estarían del lado de Ferid por miedo a su locura. Aunque podría haber algunos en desacuerdo, tenía de su lado a humanos que no conocían Sanguinem y probablemente nunca habían tocado una espada. Casi todo estaba en contra.

Tenía tantas ganas de volver a Sanguinem y darle un golpe directo en la cara arrogante de Ferid, pero por ahora debía mantenerse tranquilo e idear un plan.

—Yuichiro, ¿aún tienes el portal espejo?

—Sí, lo tengo conmigo.

—Perfecto —sonrió—. Hagamos un trato. Luchen contra mí y si alguno de ustedes logra darme un golpe, les proporcionaré esas armas. Obviamente, los golpes que les dé no serán tan fuertes.

Los adolescentes se quedaron perplejos ante esa oferta tentadora pero imposible. Ya habían visto cómo peleaba Crowley; sería un acto suicida intentar enfrentarlo.

—Pero, ¿podrías decirnos de qué se tratan esas armas? —preguntó Shinoa, curiosa. Aunque era una pregunta razonable y todos la tenían en mente, no sabían si debían preguntar. Ante tomar una decisión, era mejor saber en lo que se estaban metiendo.

—Se llaman armas demoníacas y son armas selladas con un demonio negro por el Ejército Demoníaco Imperial Japonés. Si alguno de ustedes logra golpearme, podrán elegir un arma maldita para pactar y hacer un trato con el demonio poseedor de ella —pausó al ver las caras de los chicos; tal vez era mucha información para sus cabezas humanas—. Esas armas son las únicas capaces de matarnos o herirnos gravemente gracias a los poderes que otorgan.

El único que parecía decidido era Yuichiro, y era comprensible. Se notaba a distancia cuánto le importaba Mikaela.

—Si les da miedo enfrentarse a mí, pueden buscar a poseedores de armas. Antes, eran cazadores que mantenían en orden las visitas de los vampiros al mundo humano. Pueden pedirles ayuda.

Crowley se dirigió rápidamente a un estante lleno de libros, escogiendo uno con portada negra y letras verdes, y se lo entregó a los chicos. Cuando lo abrieron y leyeron los nombres de los usuarios, se llevaron una gran sorpresa.

Dimensiones || MikaYuuWhere stories live. Discover now