17.

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Narrador omnisciente

Atravesaron el portal, apareciendo en aquel lugar secreto donde todo comenzó para ellos. Corrieron a gran velocidad hacia el castillo, recorriendo el mismo camino que habían tomado casi dos meses atrás. Esta vez, dejaron de ser sigilosos para que los guardias notaran la presencia de Mikaela. El objetivo se cumplió, ya que muchos se alegraron de ver a su príncipe sano y salvo. Sabían que pronto se correría la voz de su regreso, algo que les beneficiaría. Ahora solo necesitaba encontrar a su madre para arreglar las cosas.

Una vez dentro del castillo, los tres corrieron hacia la sala principal para encontrarse con la reina, pero para su mala suerte, no había nadie.

Cuando se disponían a salir para continuar la búsqueda, Ferid los interrumpió.

—Príncipe Mikaela, qué gusto verte otra vez. Sigues igual de hermoso, a pesar de estar a punto de estirar la pata.—sonrió.

—Cállate, Ferid. ¿Dónde está mi madre?

—¿Por qué crees que sabría dónde está la reina?

—Eres su consejero real, genio —respondió el rubio con obviedad.

Ferid comenzó a reírse.

—Tu madre está profundamente dormida, y ya veo por qué tomas de su sangre, es deliciosa —se relamió los labios y sonrió.

—Eres un maldito degenerado.

El ojiazul se abalanzó sobre él con la intención de atacarlo. Así comenzó una pelea entre ambos.

—Como extrañaba estos encuentros contigo, alteza.

—¡Cállate!

El brazo de Mikaela fue arrancado y enviado a unos metros, mientras Ferid lo atravesaba por el abdomen.

—No quería llegar a estos extremos, pero no tuve elección, ¿o sí?

Lacus y René se lanzaron a la pelea apenas Mikaela cayó al suelo, intentando evitar que siguiera siendo lastimado. Lacus se llevó al rubio mientras René trataba de ganar tiempo.

El pelimorado corrió lo más rápido posible hasta llegar a una de las tantas habitaciones ocultas del castillo, un lugar que consideraba seguro.

—Esto es malo, ¡esto es muy malo! Mikaela, no te estás regenerando.

—Me siento muy débil... creo que no debí intentar pelear contra ese loco.

—Hiciste lo que creíste correcto.

—Creo que logré ganar tiempo —llegó René, lleno de sangre y sin una oreja—. Espero que ese demente no me haya seguido. —Su vista se dirigió a su amigo—. Amigo, te ves terrible. ¿Hace cuánto estás así?

—Hace un par de semanas, no podía hacer nada estando en el mundo humano.

—Claro que sí tenías opciones, pero no querías.

—Lacus...

—No importa, Mika. Sabemos cómo piensas respecto a ese tema y lo respetamos, ¿verdad, Lacus? —dijo René mientras miraba fijamente al pelimorado con una expresión seria.

—Sí... claro... lo respeto completamente —fingió una sonrisa.

La primera vez que Lacus y René hablaron de ese tema, no les pareció e incluso discutieron por ello. Con el tiempo, intentaron aceptar que su amigo prefiriera morir antes que transformarse en un vampiro, al fin y al cabo, estaba en ese estado contra su voluntad. Pero aún les causaba cierto conflicto.

—Tenemos que irnos porque este lugar no es...

René no pudo terminar su oración cuando la puerta se abrió de golpe, revelando la figura de Ferid.

—Deberían haberse escondido mejor, este lugar es muy predecible. Además, la sangre de Mikaela huele a kilómetros de distancia.

—Maldita sea.—dijeron los tres al unísono.

—Mika~ Vamos a dar un paseo. Creo que te gustará reunirte con tu madre.

[Mundo humano]

—Yuu, creo que estás exagerando. Mika seguramente está bien —dijo Shinoa, intentando tranquilizar a su amigo.

En un ataque de pánico, Yuichiro le contó que iría con el vampiro que visitaron la última vez con Mikaela para obtener respuestas. Por obvias razones, la pelimorada no dejaría solo a su amigo aunque pusieran sus vidas en peligro. El paso de Yuu se aceleraba, haciéndole casi imposible seguir al azabache.

—Tengo un mal presentimiento desde que se fue, no puedo quedarme así.

—Espera a que vengan los demás, me da miedo ese vampiro.

Dimensiones || MikaYuuWhere stories live. Discover now