11.

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Yuichiro Ichinose

—¿Te encuentras bien?

La cara de Mikaela estaba más pálida de lo usual; había salido a vomitar la cena. En esta ocasión, no pude formular una excusa para evitar la comida, al menos por mi parte. Si no como, siento que me muero y me pongo de mal humor.

Cuando llegamos a mi habitación y cerré la puerta, él no dudó dos veces antes de saltar por mi ventana. Supuse que iba a vomitar lo que acababa de ingerir; me dijo que su estómago no digería la comida humana. Me sorprende su habilidad para aguantarse los gestos y disimular que todo está bien cuando, por dentro, el curry le debió saber horrible.

—Estaré bien en un rato —dijo mientras se acostaba boca arriba sobre mi cama.

Quité sus cabellos rubios de la cara para verlo mejor. Su piel pálida no tenía ningún tipo de imperfección; sus facciones eran delicadas, tenía labios rosados y pestañas largas.

Cuando se dio cuenta de que lo estaba viendo, desvié la mirada hacia otra dirección. Pareció no darle importancia.

—¿Te puedo hacer una pregunta?

—Acabas de hacerla —bromeé.

—No esa, otra —rodó los ojos.

No pude evitar reírme por la cara que puso. —Claro.

—¿Por qué confías en mí? Es decir, has sido bueno conmigo desde que llegué a este mundo y nunca me pusiste a prueba. Es raro.

He estado dando rodeos a esa pregunta todo este tiempo porque no sé con exactitud qué responder. Ni aunque el mismo Mikaela Tepes haya hecho dicha pregunta, simplemente no había una respuesta en concreto.

—No sé cómo explicarlo.

—Intenta, por favor.

Su expresión hacía que me desconcentrara; era como un niño pequeño esperando un caramelo.

—Siento como si te conociera. Como si ya hubiera interactuado contigo. Me siento cómodo y en confianza cuando estoy contigo. Por alguna razón, sé que no me harías daño... tiene sentido, ¿no es así?

Abrió ligeramente los ojos debido a la pregunta, pero después sus ojos zafiros chocaron con los míos.

—También siento lo mismo y no entiendo por qué me haces sentir así e inversamente, pero no es tan malo.

Sonreí. —Tienes razón.

Desearía poder hablar más con Mikaela, pero mis ojos estaban comenzando a pesar y mis ganas de dormir aumentaban en cada segundo. Él pareció darse cuenta ya que dejó mi cama para sentarse en el escritorio y apagar la luz de noche.

—Lo siento —susurré.

—¿Por qué te disculpas? No has hecho nada malo —dijo con confusión.

—Claro que sí, dejé que mis amigos te hicieran pasar por un mal momento.

—Pero no fue tu culpa, Yuu.

—Pero debí hacer algo.

Realmente sentía culpa por los eventos de la tarde, pero Mika no parecía molesto conmigo, al contrario de los chicos, quienes parecían tener una actitud cortante y reservada. Aunque ahora que lo pienso, siempre se ha comportado así con ellos. Incluso cuando estuvimos con el otro vampiro, este parecía acostumbrado a la actitud indiferente de Mika. Siempre tenía un rostro inexpresivo, pero conmigo se comporta de manera muy sumisa, lo cual hace que me sienta peor. ¿Qué tengo yo de especial?

—Y lo hiciste, ayudaste a controlarme y saciar mi hambre.

No podía verlo debido a la oscuridad. Estaba la luz de la luna, pero no era suficiente, así que no podía ver si tenía alguna expresión. Solo podía ver su silueta sosteniendo un libro.

—Debo admitir que tengo esa duda, ¿cómo supiste de los tubos de ensayo con la sangre? —Pude ver cómo en su asiento, se acomodó mejor para escuchar la respuesta.

—¿Te lo digo, pero no te enojas? —Sonreí nervioso. Creo que mi boca se deformó, y estoy seguro de que él puede verla. —Revisé tu uniforme y los vi. ¡Lo siento, pero me ganó la curiosidad! —Alcé ligeramente la voz.

Pude escuchar una risa burlona en medio de la oscuridad. —No te mortifiques y ya descansa, Yoichiro. Buenas noches.

—Buenas noches, Mika —sonreí nuevamente, sabiendo que él podría verla.

Al fin era fin de semana y el cuerpo lo sabe. Lo primero que hice fue saludar a Mika, quien estaba concentrado en el aparato que tenía enfrente. Parece ser que había descubierto la computadora y estaba fascinado con ella. Me estaba gustando ver la curiosidad de Mika en las cosas humanas. Era un bebé descubriendo el mundo.

Mi papá Guren debe estar en casa. Los fines de semana solo tiene turno de tarde, pero lamentablemente, Shinya no tiene ese privilegio, solo los días festivos. Ahora toca ver cómo sobrevivo con la comida de Guren. No es que yo sea un experto cocinando, pero no entiendo cómo rayos se le quemó la leche.

—Tu papá entró. No se sorprendió de que siguieras durmiendo, pero sí de que yo estuviera despierto tan temprano. Pero dije que estaba estudiando y me mostró esto —apuntó al aparato enfrente de él—. Es asombroso...

Como dije antes, parece un pequeño bebé.

Bajamos solo para encontrarnos a Guren sentado frente a la televisión viendo Pokémon. Al darse cuenta de nuestra presencia, cambió rápidamente de canal.

—Tú no has visto nada —señaló con su dedo acusador hacia mí.

—¿Qué cosa? —Fingí demencia.

—Así me gusta —se levantó de su lugar—. Oficialmente, Shinya me declaró incompetente para la cocina. Así que desayunarán cereal por el bien del estómago de todos, una burla de tu parte, Yoichiro, y castigo por dos semanas —sonrió victorioso cuando me vio rodar los ojos y me fui del lugar hacia la cocina.

—Buenos días, señor Ichinose —escuché decir a Mika detrás de mí. Después de eso, me siguió hasta la cocina.

Tampoco podía olvidar cómo mis padres bombardearon al pobre Mikaela con cientos de preguntas sobre su lugar de origen o sus padres. Por suerte, se las arregló para mentir sin que su rostro mostrara nerviosismo.

Serví un plato de cereal mientras en el otro hacía la finta de servir algo. —Comeremos arriba —avisé.

Guren solo asintió e hizo una señal de que nos apuráramos. Parece que aún quiere seguir viendo Pokémon.

Mika se volvió a sentar en el escritorio para leer un documento que estaba abierto en la computadora, mientras que yo me dispuse a disfrutar de mi cereal de chocolate. En algún punto, él se levantó y se dirigió al armario, donde se encerró por unos instantes. Después salió como si nada y se volvió a sentar. Supuse que fui a desayunar, así que preferí no darle importancia.

Dimensiones || MikaYuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora