-Capítulo 28: "Nota 13"-

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  Lara, Felipe y Guido vinieron ayer.

Charlaron conmigo y bromearon sobre lo grande que era mi cuarto. También se rieron del eco que hacían sus voces.

No pude decirles que ese eco es porque las paredes tienen un tratamiento especial; un tratamiento para que los demás pacientes no se vean afectados por los gritos o el llanto de los otros.

Intentaban actuar normal, aunque noté el temblor en la voz y las manos de Lara, y como Feli la sostenía.

Me pareció una escena muy bonita: una flor en medio del campo en ruinas que soy yo.

Creo que se sienten culpables, pero yo no quería eso. Yo deseaba dejarlos libres, que dejasen de tener que cargar conmigo.

Felipe también mencionó que, cuando mejore, podremos ir de viaje en el auto que van a regalarle por su cumpleaños número diecisiete.

Parece muy emocionado al respecto.

La tarde se nos pasó volando.

Al cruzar la puerta y ver como esta volvía a cerrarse, me sentí solo.

Una soledad extraña, no esa que te hace llorar, sino la que te reconforta.

Esa noche me puse a pensar que, tal vez, aún no estaba todo perdido.


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