Capítulo Cuatro: Amigas.

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El tercer miércoles que Lauren lleva en el hotel, descubre la terraza del mismo. Bueno, más bien que "descubrir", sigue a Camila ahí. Y con "seguir", me refiero a que la morena prácticamente la arrastra hasta el ascensor de servicio.

–Me gusta mucho venir aquí cuando hay algo de sol. Y hoy es un día muy bonito– sonrío Camila.

Están sentadas en un banco cerca del barandal que da al patio del fondo del hotel. Es un día con un clima perfecto, y eso hace que Lauren, de a momentos, olvide que está iniciando su tercer semana en éste lugar.

Esta es la primera vez que ve a Camila de nuevo, después de las pesadillas. La morena estuvo desaparecida por casi cuatro días, pero al final apareció en la cena de anoche al mismo tiempo en el que Lauren estaba caminando hacia la escalera para cenar en su cuarto.

– ¿Lauren ? ¿Estás ahí?–

¿Qué dijo?

–Yo... Si, lo siento–
–Está bien. Es aburrido escucharme hablar sobre el clima– se encoje de hombros.
–No, no, claro que no. Escucharte hablar es fascinante, es solo que... Bueno... Ya sabes– sonríe.
– ¿A qué te refieres?–
–Esta es recién mi tercer semana– murmura. –Papá me dijo que... bueno, que estaré aquí por un tiempo largo– suspira.
– ¿A que te refieres con eso?–
–Ocho meses, aquí... Y luego un internado al sur de algún estúpido lugar que nadie conoce–

Contrólate, ahora. CON-TRO-LA-TE.

Pero no lo logra. Toma una gran bocanada de aire y lo intenta de nuevo. No va a llorar. No debe llorar. No quiere hacerlo. Pero todo se va al carajo en cuanto siente los pequeños brazos de Camila enroscarse en su cintura, obligándola a inclinarse sobre el hombro de la morena.

Entonces, Lauren rompe a llorar.

Casi diez minutos después, Camila y Lauren llegan a la habitación de la ojiverde. Camila le quita la llave de las manos y abre la puerta, invitándola a pasar y, sin permiso alguno, entra después de Lauren. Camila la empuja hacia la cama, hasta que quedan nuevamente sentadas una al lado de la otra.

–Ven aquí, Lauren–

La ojiverde se gira a ver a Camila, quien está sonriendo con una mueca triste, mientras le abre los brazos . ¿Acaso quiere que se tire sobre ella a abrazarla y llorar? Oh, claro que quiere eso. Camila quiere consentirla. Como si fueras amigas...

–Yo...–
–Lauren, si estás incómoda puedo irme. Pero no me gustaría que estés sola... Me gustaría... Me gustaría quedarme contigo.– confiesa. –No hablo con gente prácticamente, me la paso encerrada aquí, y francamente... Eres mi amiga. Y las amigas se ayudan y se escuchan y se apoyan–

Lauren está perpleja ante la confesión de Camila. Sí, la morena la considera su amiga. Y sí, Lauren podría decir que también confía un poco en Camila como para llamarla "amiga".

Sin perder más tiempo, se acerca al cuerpo de Camila, sintiendo a la más pequeña cerrar sus brazos tras su espalda y frotar ésta misma levemente. Las lágrimas han cesado y no tiene intensión de volver a llorar, pero un abrazo no viene nada mal.

–Creo que esta es la primera vez que te veo llorar en el tiempo que llevas aquí–
–Y espero que sea la última– se oye decir.

Camila apoya su mentón sin cuidado sobre la cabeza de Lauren. Es solo un gesto, algo que no tiene importancia, pero Lauren empieza a sentirse aún más reconfortada. Reconfortada e incómoda, por lo que finge una leve tos y se separa de la morena.

Aunque se odie por hacerlo, Lauren le sonríe a Camila de vuelta cuando la morena lo hace. Y su sonrisa se ensancha el doble en cuanto la más pequeña deja un muy leve beso en su mejilla, frotándole la espalda.

–Probablemente mamá querrá que reciba a los nuevos huéspedes, asique...–
–Entiendo, si– se apresura a decir.

Una vez sola en la habitación, Lauren no sabe que hacer. ¿Debería volver a leer las cartas? ¿Mirar algo de televisión? ¿O recurrir a eso de ordenar el ropero una vez más. Pero como siempre, la biblioteca es la mejor salida.

Había estado hojeando el principio del libro de Roberto Costantini, "Tu eres el mal" la tarde anterior. Si bien no es aficionada a los libros policiales, algo en ese le había llamado la atención y ese parecía buen momento para avanzar en su lectura.

¿Camila?

– ¿Camila? –
–Oh, hola de nuevo–
–Creí que ibas a...–
–Necesitabas tu espacio.– se limita a contestar.

Lauren solo la observa. Parece diminuta en el gran sillón de terciopelo azul. Ella es pequeña. Pero momento, ¿Le mintió? Sí, así es. Le mintió para dejarla sola porque creyó que eso era lo que Lauren deseaba. Y lo era, ¿O no?

Lauren decide imitar a Camila en casi todos sus encuentros, y solo se encamina al sillón que esta frente a la morena y se sienta, mirándola fijo. Camila contiene la sonrisa unos segundos, pero simplemente no aguanta y se echa a reír. Lauren sonríe al oírla.

–Mis papás me dijeron que la disquera está intentando acortar el plazo–
–Bueno, eso es bastante bueno–
–Quieren que sea solo seis meses aquí–

Respira hondo cuando termina de decir aquella frase. No quiere nada más que estar en su casa, pero por otro lado, le gusta la paz y la tranquilidad de algunos de esos días. No fans, no conciertos, no llamadas de números desconocidos a las 3 de la mañana por un autógrafo...

Pero lo que más le gusta, quiera o no admitirlo, es Camila. Es decir, no Camila en sí, sino su compañía. Le gusta poder hablar con ella aunque sus charlas sean solo palabras sueltas, y le gusta que la morena la respete en todo. Le gusta la Lauren que sale a flote cuando Camila está cerca.

– ¿Pero...?– 
– ¿Pero?– alza una ceja Lauren.
–No sé– se encoje de hombros. –Por lo general siempre hay un pero.–
– ¿Qué lees?–

Sabe por el pequeño movimiento de la comisura de la boca de Camila que ella ha notado su súbito cambio de tema por los nervios. Pero también quiero quedarme porque me gusta no hacer nada cerca de ti.

–No estoy segura– frunce el ceño cerrando el libro. –Te vi ayer ojeándolo. No creo que lo tuyo sean los policiales–
– ¿Me espiaste ayer?– sonríe.
–Tal vez–

La sonrisa que Camila le da, juguetona y burlona a la vez, la desarma. Siempre te dicen que no vas a olvidarte de tu primer amor, pero tener una chica enfrente con su misma sonrisa, solo hace que el maltrecho corazón de la ojiverde por la única relación de su vida se encoja de placer y dolor.

–No... Por favor, no... No sonrías así– murmura apartando la mirada.
–Lo siento, estuvo mal– se aclara la garganta. –No quise provocarte–
–No, no lo hiciste. Es solo que... No importa... ¿Quieres que leamos el libro juntas?–

Lauren sabe que Camila ve su sonrisa débil y complemente falsa y que no la cree para nada, pero le agradece en silencio cuando la morena solo asiente con alegría y se sienta en el sillón contiguo al de ella.

 –Va a ser lindo tener una amiga por seis meses–

La morena la empuja levemente con el hombro y le sonríe. Lauren sonríe algo tímida, y vuelve su mirada al libro. Hora de empezar...


Photograph || Camren.Where stories live. Discover now