Capítulo Veinte: Decisiones, parte II

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La ojiverde se remueve levemente, sumida aún en un sueño profundo. Sus brazos se aprietan un poco más alrededor de la cintura de Camila, acercándola a su cuerpo, buscando su calor. Un pequeño gemido escapa de su garganta cuando sus piernas se enredan entre las de la morena. Tal vez no esté tan dormida...

-Camz, deberías descansar- murmura.

Se aclara la garganta ante lo ronca que sale su voz y se acomoda de forma que su cabeza, aún descansando sobre el pecho de su novia, quede en una posición en la que puede mirarla. Sin embargo, la morena no se voltea a verla, su vista sigue fija en la ventana, donde los primeros rayos de luz asoman. Lauren suspira pesadamente y vuelve a acomodarse en su antigua posición, cerrando los ojos y tratando de volver a conciliar el sueño.

Pero no puede.

- ¿Nada será como antes?- murmura, sin querer abrir los ojos.
- ¿Qué antes?- responde Camila.
-Antes, Camila- suspira, sentándose.
-Claro que sí- le sonríe, acariciando levemente su brazo.
-Pero necesitas tiempo- afirma, llevándose un asentimiento por parte de la morena.

Habían hecho el amor dos veces en la noche. Habían estado abrazadas casi durante una hora y media. Lauren le había susurrado infinidades de cosas al oído, regocijándose con las mejillas sonrojadas y las sonrisas tímidas de Camila. Pero tras unas pocas horas de sueño que tuvo la ojiverde, Camila parecía haberse vuelto otra persona.

-Siento mucho el haberme ido- murmura, bajando la cabeza.

La morena sonríe fugazmente, antes de abrazarla, provocando que ambas caigan sobre la cama una vez más. Lauren reprime las lágrimas y abraza a su novia desnuda, escondiendo su boca en la curva de su cuello.

Los brazos de Lauren conservan el tacto delicado de siempre, y la morena se siente reconfortada y protegida entre estos. Su aroma, su calor, su tacto, el latido de su corazón contra su piel; todo estaba ahí, todo seguía igual.

O de eso intentaba convencerse Camila.

No era justo. No era justo para ninguna de las dos. ¿Cómo iban a estar juntas si vivían a más de siete mil kilómetros? ¡Vivían en dos continentes completamente alejados! Y lo peor de todo era la situación de Lauren; siendo famosa, ella nunca estaría en un solo lugar. ¿Cómo podían estar juntas, si con suerte, tal vez podrían verse unas pocas veces cada algunos meses?

No era justo para Lauren, no era justo en absoluto. Ella, que tenía sus fans, su familia, su país, su carrera, su vida armada en Miami, simplemente no podía dejar todo para escaparse con Camila. No era justo, ella no podía dejar todo.

Pero ¿Y Camila? Tampoco era justo para la morena- Ella no podía abandonar a sus padres, que la habían cuidado con su vida desde el día en el que nació, ni podía dejar sus estudios y su monótona vida para ir tras Lauren y recorrer el mundo con giras. Ella no podría aguantar la presión, no podía hacer que la ojiverde cargara con el peso y la preocupación de un posible ataque.

Sin embargo, a ninguna de las dos le importaba. Si Lauren solamente insistía un poco en eso, Camila dejaría absolutamente todo atrás para irse con ella. Y si la morena solamente le pedía que se quedara, Lauren cancelaría todo y se iría a esconder con ella en el pequeño Castle Combe.

Pero ninguna diría nada.

Lauren y Sinuhe no cruzan más que una pequeña sonrisa cuando la mujer mayor viene a traerles el desayuno a ambas. Camila se ha dormido, a pesar del tiempo que eso ha llevado. Lauren se había encargado especialmente de acariciar su cabello y sus brazos hasta que la morena se había relajado por completo entre sus brazos. Así que ahora no podía despertarla. Según sus padres habían dicho, Camila se la pasaba dormida todo el día en el hospital, pero eso solo le traía pesadillas a mitad de noche que no la dejaban conciliar el sueño de nuevo. Así que básicamente, la morena estaba despierta por la noche, asustada, y dormía durante el día, refugiada en la luz del sol.

Photograph || Camren.Where stories live. Discover now