Capítulo 14: solo un beso

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Hermione se despertó antes de que se activase el hechizo despertador. Últimamente eso sucedía con bastante frecuencia. Normalmente intentaría volver a dormir, pero hoy sabía que no lo conseguiría. A pesar de que no notaba la mano del rubio alrededor de su cintura, no estaba segura de que estuviese sola alargó un poco la mano y no lo notó. Lentamente se fue dando la vuelta para asegurarse y vio su cama vacía. Suspiró aliviada, si se lo hubiese encontrado en su cama no hubiese sabido cómo actuar.

Se levantó, se acercó al espejo de su cómoda y vio que tenía una cara espantosa, el pelo todo revuelto. Mientras se pasaba una mano por el pelo se acordó de como Draco le había tocado suavemente su pelo. Se sonrojó. No podía creer que hubiese sido él quién paró. Draco le había hecho sentir un fuego que nunca antes había sentido. Parecía como si la quemase y solo él pudiese apagar esa llama. Se había sentido muy bien y eso le daba miedo. No podía entender como podía haberse dejado llevar. Desde que llegó a esta época, nada tenía sentido. No tenía a un Harry sensato y confidente sino un James inmaduro e irresponsable, Sirius era un capullo integral, aunque tenía momentos que le recordaban a hocicos, pero solo eran momentos. Remus en cambio solo se relacionaba con sus amigos y siempre tenía un comportamiento taciturno. Y lo peor era que Malfoy quién siempre había considerado como un furúnculo en el c... ahora no solo dormían juntos sino que se besaban y se acariciaban. Si sus amigos se enterasen de eso, no la perdonarían. Mejor dicho Ron no la perdonaría, sabía que Harry se lo tomaría mal porque preferiría otra persona para ella pero era su amiga por encima de todo. ¿Y qué importancia tendría que Ron se enfadara? Ninguna. Así, por lo menos no tendría que fingir que era su amigo.

Molesta, se empezó a peinar con más fuerza.

-El peine no tiene culpa de tu mal genio.

-Malfoy muérete- le dijo si girarse a verlo.

-Ya sé por qué me suelo marchar antes de que despierten las chicas.

Hermione se giró y le tiró el peine que sin dificultad esquivó. Entonces se fijó en que su pelo estaba mojado. Pequeñas gotas le escurrían por la cara, bajando por el cuello para seguir por el pecho hasta llegar a la toalla que tenía enroscada a la cintura. La luz que se filtraba por la ventana lo hacía ver como una estatua de mármol, con esos rasgos, con esa espalda ancha, con esos brazos y sobretodo con ese torso, musculado y bien marcado. Todo en su justa medida.

-¿Vas a seguir mucho más así?

-¿Cómo dices?- preguntó Hermione que no lo escuchó bien porque estaba recreando al chico en su mente.

-No es que me importe que me mires, ya que esto acostumbrado. Pero...

No pudo seguir ya que la chica le había lanzado un espejo de mano.

-Granger, eso da mala suerte- comentó el chico irónicamente como si creyese lo que decía.

-Reparo. -Arregló el espejo-¿No tienes un baño propio?- le preguntó fingiendo una sonrisa sin éxito.

-Con las ganas con que me dejaste no me daba tiempo a llegar.

-Malfoy, ¿qué has hecho en mi baño?- le gritó, cada vez más enfadada.

-No te sulfures. Era broma, el baño sigue tan inmaculado como tú. Bueno no sé que harás las noches que yo no estoy...

Estaba tan roja que parecía que iba a explotar. Esta vez esquivó de milagro la silla que le lanzó y vio que iba a por su varita. A Draco le gustaba molestarla, pero supo que ese era el límite y se decantó por una huida a tiempo.

Después de que se fuese el rubio, recogió todo lo que le había tirado y se dio cuenta de que Draco se había ido sin su ropa. Decidió darle un escarmiento y le puso un hechizo que le daría de vez en cuando un calambre. La cogió y se la dejó delante de la puerta.

Mira el pasado y verás el presenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora