Una excusa para ser novios

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Me estiré y solté un ruidoso bostezo.

Una mano que ya reposaba en mi vientre me sujeto con más fuerza y me arrimó contra su pecho. Estrujo su nariz contra mi cuello, aspiró con fuerza y luego soltó un suspiro. 

Me estremecí.

>>Joder<<

No podía pasar el resto de mis días de universitaria despertando así.

Anoche después de nuestro arrebato, después de que mi boca se saciara con su sabor, que mis labios se hincharan y enrojecieran contra los suyos, de permitir su invasiva lengua en mi boca nos habían interrumpido. Y de la manera más vergonzosa.

-Disculpen- había gritando un empleado y al parecer llevaba rato intentando llamar nuestra atención.

El chico incomodo ante la visible mirada de desprecio de Ángel y su rictus inescrutable, nos comentaba acerca de nuestra impúdica escena haciendo sugerencia para encontrar un mejor sitio para nuestra muestra de amor, como él la llamo.

Con el calor quemando mis mejillas, la respiración agitada en busca de más aire a causa el violento beso que por la vergüenza de ser descubierta en plena demostración de pasión seguí bajo los protectores brazos de Ángel que me guiaron escaleras arribas hasta la pequeña terraza del pub con pocas personas más concentradas en lo suyo que en la estruendosa música que se sacudía bajo sus pies.

-¿Estás bien?- inquirió después de que llevábamos varios minutos recostados en una media pared viendo algunos edificios y los pocos autos que a esa hora circulaban en la solitaria Vermont Ave NW.

Había escondido mi rostro entre mi espesa y desordenada melena, estaba segura que mis mejillas estaban enrojecidas, el ardor que sentía me lo decía. Asentí y me aferré con las manos en el borde de la pared.

 Él se había acercado y rodeado con sus brazos mis hombros, me giró y con el dedo índice me levantó en el mentón para clavar sus ojos ahora más claros y brillantes en mí.

-¿Qué?- con la pregunta derramo todo su aliento en mi rostro.

-¿Qué?- repetí con incredulidad mientras me sacudía soltándome y alejándome de su suave agarre- Eso fue tan vergonzoso- dije en un susurró mientras levantaba mi rostro en otra dirección recibiendo el aire frío de la madrugada.

Se había acercado y mordido el lóbulo de mi oreja, había lamido con la punta de su lengua todo el borde enviando chispas de electricidad por todo mi cuerpo, causando especial hormigueo en mi vientre.

-¿En qué piensas?- me preguntó haciéndome abrir los ojos y saltando en la cama.

Lo tenía a unos escasos centímetros de mi rostro, con los cabellos alborotados y en sus ojos verdes brillaban con travesura como siempre, sólo que esta vez percibí una mezcla de dulzura enternecedora que me llegó a lo más profundo.

Abrí la boca en busca de más aire y mis manos ansiosas rebuscaron en las sabanas la fuerza para hablar que no llegaba.

Se inclinó sobre mí y pude ver como la luz daba con intensidad sobre sus pecosos hombros.

-Dime- repitió con sus labios en un sutil rose se movían sobre los míos- Que piensas…

Y antes de que su intención se realizara me caí de la cama.

Desde el piso lo único que veía era el techo y algunas sabanas desordenadas que me había traído con mi caída al borde de la cama, su cabeza se asomó con los ojos bien abiertos y una pequeña o dibujada en sus labios.

Aléjate de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora