3

5.2K 319 45
                                    

Nicholas

Había poca gente en el restaurante. Al entrar, todos— absolutamente todos— giraron a observar a la señorita que me acompañaba. Las mejillas de Sophie se tiñeron carmesí al ver que llamaba la atención de más de un hombre ahí. Ese vestido realzaba su belleza natural y parecía darle un toque de encanto que la hacía irresistible a la vista.

—señor Van Daner, por aquí está su mesa―El hombre que nos atendió miraba con curiosidad a mi acompañante—espero que el lugar sea de su agrado.

—lo es, muchas gracias— contestó Sophie antes de poder decir algo. Ella parecía entusiasmada porque nuestra mesa estuviera en el medio del tumulto de gente que había ido a cenar esa misma noche.

No debes darle alas, ni dejarla avanzar desde ahora.

—sería perfecto un lugar un poco más privado— dije, sabiendo que esa respuesta sería desagradable para la mujer que me acompañaba.

Sophie miraba hacia todos lados, casi desesperada buscando ayuda donde no la encontraría. Nadie allí iba a levantar un dedo a su favor, si yo decía quién era. Si había algo que decía con orgullo era mi nombre. Era un caballero bastante conocido en el pueblo, así que con decirlo, todos estarían de mi lado.

—por aquí— el hombre nos guio hacia una mampara que separaba una mesa del resto— es lo mejor del lugar, señor.

Sophie iba a decir algo pero el hombre se fue antes de que ella pudiera hablar.

—no era necesaria la privacidad, Señor VanDaner. Estaba perfecta la mesa que nos ofrecieron en primer lugar― me dijo con un poco de crispación en la voz.

—cuando ceno con alguien, no me gustan las interrupciones, Sophie. Así que espero que entienda mi decisión― le dije con la mayor displicencia que alguien podía tener.

La señorita no esperó a que me acercara lo suficiente y se sentó antes de que yo pudiera ayudarla. Está rompiendo cada puta regla de ética. Antes de poder echárselo en cara y reclamarle, el camarero entró.

—¿qué quieren ordenar?— un hombre de avanzada edad se acercó con cartas con los menús para elegir.

Miré a Sophie y ella me ignoró, mirando al piso con el ceño fruncido, pareciendo un niño caprichoso al que se le negó un juguete.

—pediremos carnes rojas con patatas y un vino tinto, gracias― me incorporé en mi asiento, leí rápidamente el menú y le hable al camarero.

El hombre se retiró, dejando una atmósfera tensa por parte de Sophie. Claramente no quería estar a solas conmigo.

—¿qué piensas de las ideas del Rey? ― me interesé. Intentando cortar el aire que se había creado entre nosotros.

—la opinión de una dama no es importante, señor, y no quiero aburrirlo con charlas de las cuales no sé cómo participar— noté el tono amargo de voz en Sophie. Lo decía casi como si lo hubiera estudiado de memoria.

—Sophie... ― iba a decirle que yo sí quería saber lo que pensaba, pero el mismo hombre volvió con nuestro pedido.

—aquí está su comida, espero la disfruten— el hombre dejó los platos en frente nuestro y se retiró.

—Sophie— volví a llamarla al ver que sus ojos estaban fijos en la mesa— ¿Por qué no quieres decirme lo que realmente piensas?

—ya se lo he dicho, señor― de nuevo, parecía no querer cagarla con sus palabras, como si se estuviera forzando a ser una dama socialmente correcta.

Ámame.Where stories live. Discover now