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Sophie

¿Cuántas horas habían pasado?

No estaba muy segura de qué día era, ni en qué lugar estaba, puesto que me levanté más mareada que consciente.

―¿Te sientes mejor? ― Nicholas entró al camarote cerca del mediodía.

―no ― murmuré todavía medio dormida.

―tal vez haya algún médico en el barco.

―necesito descansar, sólo es eso― mascullé, girándome en la cama para poder abrigarme mejor con las frazadas.

Debía tener nuevamente fiebre, porque el frío se me estaba calando en los huesos.

―no debería estar tan tapada― Nicholas me miró y habló entre dientes― te hará peor.

―pero tengo frío― debía sonar como una chiquilla inmadura, porque Nicholas se carcajeó― ¿Cuál es la parte graciosa?

―que res una mujer demasiado quejosa.

―pues perdón por ser una molestia― gruñí, enojada― no es que me queje por todo.

―en realidad― señaló― sí lo haces.

―no es verdad― intenté sonar firme, pero solo me salió un graznido bajo.

―estás hecha un desastre― me dio un repaso.

―es lo mejor que le puedes decir a una mujer hecha un desastre, muchas gracias― mordazmente le dije.

―solo señalo lo obvio.

―pues podrías guardarte tus señalamientos para ti mismo, ¿No crees?

―lo que creo es que debería ir a conseguir un médico― Nicholas se acercó y me tocó la frente, al igual que el día anterior― porque vas a comenzar a delirar en cualquier momento.

―no deliré en ningún momento― mentí.

―¿Por eso ayer saliste del camarote? ― me inquirió.

―¿De qué hablas?

―cuando salí hoy a la mañana, me encontré con un tal William ― explicó― que me dijo que se había encontrado con mi esposa durante la noche y que ésta estaba mirando por la borda, completamente convencida de que era un sueño ― siguió― ¿Así que me estás diciendo que no delirabas?

―eso fue un sueño― me defendí― yo...― comencé a dudar― eso tuvo que ser un sueño.

―lamentablemente, no lo fue― dijo, sonando un poco cabreado― has salido del camarote a mitad de la noche, en camisón y te has visto con un hombre.

―no fue algo que quisiera hacer― repliqué.

―lo sé― a Nicholas se le dilataron las aletas de la nariz― pero lo hiciste, consciente o no, lo has hecho ―Temí nuevamente que fuera a hacerme algún tipo de daño ― y da la casualidad de que ese imbécil es médico.

―no, ni creas― me apresuré a decir― estoy bien.

―no pensabas eso hasta que dije que ese tal William es médico, ¿Ha pasado algo?

―¿Acaso quieres que vea todas las marcas que me has hecho? ― repliqué con tono sabiondo.

No puede decir que sí a eso, por favor.

―¿A qué estás jugando, Sophie? ― Nicholas me miró con el ceño fruncido.

―¿A qué te refieres?

Ámame.Where stories live. Discover now