08. Bajo el mismo techo.

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Alguien llamó al timbre diez minutos más tarde y abrí la puerta sin pensármelo, con la esperanza de que fuese Diana y de que se hubiera suspendido el partido.

Pero, como dije antes, el universo me odia.

― Hola,  Annie. ― soltó el imbécil detrás de la puerta, sonriendo.

Sonreí forzadamente, cogí mis llaves y salí de mi casa para luego cerrar la puerta detrás de mí, y empezamos a caminar hasta su casa.

El camino fue corto y no intercambiamos ni una sola palabra; Christian estaba hablando por teléfono y yo estaba demasiado ocupada pensando en cuánto dinero me quedaba por ahorrar para poder ir a ese concierto de Fall Out Boy en Toronto.

En unos pocos minutos, nos paramos en frente de un edificio altísimo. Al entrar, Christian saludó a la recepcionista y subimos en el ascensor. Pulsó el botón que llevaba escrito el número seis y esperamos.

Al llegar a la sexta planta, salimos del ascensor y hizo una señal para que le siguiera por uno de los pasillos. Paramos en uno de los portales, abrió con su llave y entramos en la casa, dirigiéndonos directamente a un cuarto. Abrió la puerta para luego entrar al cuarto y dejar sus cosas sobre su cama.

Entré detrás de él, dejando mis cosas en el mismo sitio que él y observé su habitación detenidamente.

Al salir del cuarto, vi cómo el pomo de la puerta que teníamos delante subía y bajaba, como si alguien tratara de abrirla, y finalmente se abrió, dejando ver a una niña de ojos claros.

― Oh, ¿es tu hermana? ― pregunté, y me giré para mirar a Chris, que estaba detrás de mí.

― Sí, se llama Zoe. ― respondió, y sonrió, dirigiéndose a la pequeña. ― Hola, enana. ¿Has esperado mucho tiempo? ― ella negó con la cabeza, y él se giró hacia mí de nuevo. ― Zoe, esta es Annie.

Zoe sonrió y corrió hacia mí con los brazos abiertos; al parecer le había caído bien.

Cogí a la pequeña en mis brazos y ésta soltó una pequeña risita.

― ¿Cuántos años tienes, Zoe? ― ésta consiguió, con dificultad, enseñarme cuatro de sus dedos, y sonreí, pero enseguida hice una mueca. ― Christian Parker, ¿has dejado a tu hermana de cuatro años sola en casa?

Se encogió de hombros y asintió como si fuera lo más normal del mundo, a lo que yo rodé los ojos.

Seguí a Chris hasta lo que era, supuestamente, el salón, y dejé a Zoe en el suelo. Me senté en el sofá con ellos dos a mi lado, de modo que Zoe estuviera en medio de nosotros, mientras mirábamos algún programa infantil aleatorio, porque no había nada mejor que hacer.

― Voy a hacer unas galletas. ― anunció Chris, y se levantó para dirigirse a la cocina. ¿Es que este niño no se puede estar quieto?

A los pocos segundos Zoe fue detrás de él y me quedé sola viendo Peppa Pig, y cuando ya habían pasado más o menos 45 minutos, me dí cuenta de que no habían vuelto aún, así que fui a la cocina y me asomé por la puerta entreabierta.

Zoe estaba subida en la espalda de Chris mientras éste abría el horno y sacaba una bandeja llena de galletas. Dejó la bandeja encima de la mesa de la cocina y dejó a la pequeña en el suelo, sonriendo.

La verdad es que Chris se veía adorable con su hermana.

¿Qué estás diciendo, Annie?

Negué con la cabeza, desconecté mi cerebro para no pensar en eso y entré en la cocina como si nada.

― Mira Annie, galletas. ― exclamó Zoe, dando palmadas con sus manos llenas de harina. Sonreí y miré a Chris.

No soy tu princesa.©Where stories live. Discover now