30. Y los problemas vuelven.

23.3K 1.2K 275
                                    

Después de haber llamado a nuestros padres y de haber estado castigadas dos horas, salimos del despacho del director.

Nos dirigimos al patio, buscamos a los demás, y nos sentamos al lado de Skylar.

— Adivino, os han castigado. — inquirió James.

— Sí, y han llamado a nuestros padres. — respondí.

— Eres un caso perdido. — negó con la cabeza y rió.

Saqué el bocadillo de mi mochila, le dí un mordisco y traté de escuchar la conversación.

— Hace como dos días que Madison no viene. — informó Skylar.

— Normal, tendrá mucho trabajo que hacer con Aaron. ¿No, Annie? — rió Diana.

Asentí, y el resto de mis amigos rieron conmigo.

Me levanté y me dirigí a los pasillos, con intención de ir al baño, y me encontré con la peor persona con la que me podría haber encontrado.

Traté de pasar desapercibida, pero él aprovechó que estaba justo al lado de las taquillas y apoyó ambas manos en ellas a cada lado de mi cabeza, de modo que estaba entre las taquillas y él.

— Vaya, nos encontramos de nuevo, Brianna. — susurró, sonriendo arrogantemente.

— Suéltame, imbécil. — escupí, tratando de mantener el contacto visual.

No puedo parecer débil, no ahora.

— Justo como esperaba, no has cambiado nada. — rió, acercándose a mí.

— ¿Qué haces aquí de todas formas? Ya no vas a este instituto.

Éste sonrió de nuevo y se acercó más a mí, de modo que sentía nuestras respiraciones chocar.

— Estoy aquí porque todavía no he terminado contigo, y pienso recuperarte sea como sea.

Respiré profundamente tratando de mantener la calma. Cada palabra hacía que me sintiera más débil.

— Sé que fui un idiota al intentar obligarte a hacer algo que no querías hacer. Pero sólo te pido una oportunidad.

— No voy a caer esta vez, Aaron. No sólo me hiciste daño, — murmuré con un hilo de voz. — sino que pusiste toda mi vida del revés.

— Voy a recuperarte, y no voy a aceptar un maldito no por respuesta.

— ¡Suéltame! — grité, y volví a empujarle, pero me agarró de las muñecas y las sujetó sobre mi cabeza.

— Podemos volver a empezar de nuevo. Y lo haremos a mi manera. Incluso quitaré al idiota de Christian del camino si hace falta.

— Él no es un idiota. — solté, sintiendo sus labios en mi cuello.

Seguí tratando de empujarle, intenté darle una patada en la entrepierna pero bloqueó el ataque con la mano contraria.

— Sé que aún me quieres, Annie. Mírate, eres débil en cuanto se trata de mí. No voy a dejarte ir esta vez.

— ¿Quién te quiere? — reí sarcásticamente. — ¿Por qué iba a querer a alguien que...?

Dejé la frase colgando y cerré los ojos, sintiendo cómo mis lágrimas empezaban a amenazar con salir.

No quiero estar aquí. No, necesito salir de aquí.

Justo cuando sentí que estaba a punto de caerme, oí unos pasos acercarse a donde estábamos nosotros, las pisadas resonando por todo el pasillo.

No soy tu princesa.©Where stories live. Discover now