45. Cuento de hadas. [Final]

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¡Al fin el capítulo final! Me ha costado la vida escribir esto, y debo advertiros de que quizás lloréis con este capítulo. También, es bastante largo, el más largo de la novela, de hecho, así que agarrad vuestro chocolate y disfrutad del viaje. Oh, por cierto, os he dejado Uncover de Zara Larsson en multimedia. Espero que os guste.

ANNIE'S POV.

Mi alarma sonó a las cinco y media de la madrugada y abrí los ojos, encontrándome frente a frente con una montaña de maletas esparcidas por el suelo.

El sol apenas había salido y mi habitación estaba teñida de colores rosados y anaranjados, y por la ventana entraba una suave brisa que me hizo temblar.

Todavía no podía creer que ese fuera mi último día en Canadá. Me iba a tener que mudar a Orlando: nueva casa, nuevo instituto, nuevas normas.

Una parte de mí estaba feliz, porque dejaría atrás a mi pasado, a Aaron, a Madison. Por otro lado, eso también significaba dejar atrás a mi familia, a Diana, a Luke, y a Skylar. Todo.

Me levanté, apagué mi alarma y salí de mi cama para recoger una sudadera y unos vaqueros que dejé el día anterior antes de dormirme. Entré al baño para ducharme y, al terminar, me vestí rápidamente y me puse mis deportivas.

Me lavé la cara, me cepillé los dientes y el pelo, dejando que éste cayera sobre mis hombros, y salí del baño.

Bajé las escaleras hacia la cocina y cogí una taza, me preparé un café y me lo tomé junto con unas galletas.

Miré el reloj de la pared y suspiré. Quedaban diez minutos para que mi padre viniera a buscarme.

Volví a subir las escaleras y toqué la puerta antes de entrar al cuarto de mi hermano, donde estaba tumbado sobre su cama con los ojos abiertos.

― James. ― llamé, y se giró a mirarme cuando me acerqué a él. ― Todavía tengo diez minutos antes de que vengan a buscarme. ― me senté a su lado y se incorporó.

― ¿Sólo te quedan diez minutos? ― preguntó, con voz ronca, y asentí.

― Sí, venía a... a despedirme. De nuevo. ― respondí, y me senté a su lado.

― Está bien. ― suspiró. ― Sé que ya te lo dije todo ayer pero, Annie, cuídate mucho. Espero que hagas al menos algunas amigas para no sentirte sola. ― sonrió tristemente sin mostrar los dientes, y me pasó una mano por el cabello. 

Sus ojos estaban algo rojos, y pensé que quizás había llorado o no habría dormido en toda la noche. 

― Te voy a echar de menos. Más aún, voy a echar de menos molestarte y que estés arruinándome la vida cada dos segundos. Eres una pesada, insoportable, bipolar, tonta, asocial y no te soporto la mayoría del tiempo, pero también eres mi hermana pequeña y te quiero.

Reí mientras sentía algunas lágrimas acumularse, haciendo que viera borroso, y James se lanzó a abrazarme.

― Yo también te echaré de menos, imbécil. ― una lágrima se deslizó por su mejilla justo antes de asentir. ― Eh, tú también estás llorando. ― le golpeé en un hombro y ambos echamos a reír, hasta que oímos el timbre de nuestra casa sonar.

La puerta de mi casa se abrió y volví a abrazar a mi hermano, antes de separarme y me dirigí a la puerta. Coloqué mi mano sobre el pomo y me giré para lanzarle una última mirada antes de irme.

― Cuídate, Jay. No hagas idioteces, porque pienso devolvértelas dentro de doce meses. ― reí suavemente, y salí del cuarto, cerrando la puerta detrás de mí.

No soy tu princesa.©Where stories live. Discover now