32. Perdiendo el norte.

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— Pero yo sólo le tiré tierra en el pelo porque él quería cortarme las coletas. — se excusó Zoe, mientras entrábamos en la casa de Chris.

Seguro que os estaréis preguntando, ¿qué hacía yo en casa de Chris?

Todo esto tiene una explicación.

Aparte de porque después teníamos entreno, decidí acompañarle a buscar a su hermana al colegio y quedarme en su casa a hacer los deberes.

No os lo habéis creído, ¿verdad?

La verdadera razón es que él vivía más cerca del instituto y me daba pereza caminar.

Sí, eso es mucho más típico de mí.

Dejé mis cosas sobre la cama de Chris y me dirigí a la cocina, donde estaba él, tratando de encender la estufa.

— ¿Qué se supone que haces? — le pregunté, acercándome a él.

— Encender el fuego, cla...

— Estás sujetando el mechero del revés, pequeño Einstein. — interrumpí.

— Oh, ya, me había dado cuenta, es sólo qué... déjalo, no me había dado cuenta. — sujetó el mechero bien y finalmente consiguió encenderlo.

Colocó una olla llena de agua sobre la estufa y vació un sobre entero de espaguetis dentro de ésta.

— Oh, ¿vas a quemar la cocina otra vez? — preguntó Zoe en un tono inocente, entrando en la cocina.

No pude evitar reírme y Chris me regaló una mirada asesina.

— Venga, Zoe, vamos a ver "My Little Pony" en el salón. — respondió Chris, y la llevó en brazos.

Nos dirigimos al salón, nos sentamos en el sofá y Chris puso la serie favorita de su hermana pequeña.

— Cuando grande quiero ser Rainbow Dash, porque tiene muchos, muchos colores en el pelo. — exclamó ésta, estirando los brazos.

— Sabes que "Rainbow" no sé qué, es un animal, ¿verdad? — preguntó Chris, divertido.

— Pues voy a ser animal. — Zoe se cruzó de brazos.

La miré y volví a reírme. Esta niña es genial.

— ¿Y cómo se supone que vas a convertirte en un animal? — insistió.

— Con mis poderes de transformación. Y si te ríes de mí, te convierto en rana. — contraatacó.

— Qué miedo, estoy temblando.

Zoe agarró una manta verde que había encima del sofá y se la lanzó a Chris, tapándole con ella.

— Pues ahora eres una rana. — anunció, orgullosa.

— Desde luego, Chris, eres peor que yo con los niños. — reí.

— No me lo recuerdes. — respondió, a la vez que se quitaba la manta de encima.

Después de unos minutos, Zoe se quedó totalmente dormida, por lo que decidimos ir al cuarto para no despertarla.

Entré, me senté sobre la cama y encendí mi móvil, tratando de distraerme.

— Y bien, Annie, ¿ya has decidido qué harás sin mí cuando me gradúe? — preguntó Chris, cerrando la puerta detrás de él.

— Volver a mi vida feliz de antes de conocerte. — reí, y él me lanzó un cojín en la cara.

Caminó hasta la cama y se sentó a mi lado.

— Aunque tengo que admitir que mi vida será muy aburrida sin ti molestando todo el rato, ¿sabes?

No soy tu princesa.©Where stories live. Discover now