22. Recuerdos.

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Aguanté la respiración durante unos segundos y no sabía si debería correr o golpearle.

Cuando llegaron en frente de donde estábamos nosotros, el chico volvió a sonreír.

— Hola, Annie. Hacía mucho que no te veía. — saludó, y su voz sonaba tranquila, como si no hubiera pasado nada entre nosotros. Apreté los dientes.

Se acercó a mí, y abrió los brazos para abrazarme, pero yo retrocedí enseguida, apretando los puños, preparada para golpearle si se atrevía a dar un paso más.

Rió al ver que no consiguió abrazarme y retrocedió un paso.

¿Cómo es capaz de hablarme así, después de todo lo que me ha hecho?

— No me toques, Aaron. — vacilé un poco al decir su nombre. — Eres un imbécil.

A pesar de que Chris no sabía la historia detrás de todo esto, debía de parecer tensa porque me agarró de la mano.

— Vamos, no seas tonta. ¿Acaso a la pequeña Annie aún le da miedo perder su preciada virginidad? — rió burlonamente, al igual que Madison y Rebecca detrás de él.

Cuando noté que las lágrimas empezaban a invadir mis ojos, retrocedí otro paso y, antes de que hicieran algo para impedírmelo, salí corriendo en dirección a la cabaña.

Él, es una de las pocas cosas a las que admito que les temo.

Es el culpable de muchas noches de insomnio, de sentirme inútil y de lágrimas.

Es la razón por la que soy así.

Me senté en mi cama y escondí la cara entre mis rodillas, tratando de no llorar.

Noté que alguien se sentaba en la cama de al lado y me giré para mirar a Skylar y a Chris. Me quedé callada unos segundos y luego noté algo de lo que no me había dado cuenta antes.

— Esto ha sido obra de Madison. — murmuré, con la voz rota. — Ella sabía lo mal que lo había pasado por culpa de Aaron, y lo ha traído para acabar conmigo, lo sé.

Mordí mi labio inferior y ambos decidieron que sería mejor dejarme sola, ya que se bajaron de la cama, no sin antes lanzarme una última mirada.

Me tumbé sobre la cama y respiré profundamente varias veces intentando dormirme, ya que sería la única manera posible de olvidarme de todo.

***

Noté que alguien me sacudía y abrí un ojo, perezosa de abrir el otro.

— Annie, despierta. Tenemos que ir a entrenar. — oí la voz de Skylar, y asentí, levantándome.

Alcancé mi equipación y me metí en el baño, me vestí y me puse los zapatos. Me miré en el espejo para recogerme el pelo y noté que tenía ojeras, así que me mojé la cara y salí.

Dí por hecho que Skylar ya se había ido, así que salí de la cabaña y me dirigí a la pista de fútbol.

Intenté convencer al entrenador de todas las maneras posibles para no jugar, pero el otro portero se había torcido la muñeca y no habría manera.

Me coloqué en la portería y cogí aire. Tenía que concentrarme.

Por más que lo intentaba, no podía; los recuerdos de Aaron me atormentaban una y otra vez.

Finalmente, perdimos el partido. Pero eso no era lo que me preocupaba. Estaba lo suficientemente mal por mí misma como para preocuparme por un partido.

Salí de la pista una vez que hubo terminado el partido y me dirigí a la cabaña para cambiarme. Me puse ropa cómoda y me fui en dirección a la sala sin esperar a nadie.

No soy tu princesa.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora