Capítulo 11: Felicidad.

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- ¿Mimi? - le digo extrañada.

- ¿Qué? - ríe.

La miro, está mirando al paisaje con una sonrisa de oreja a oreja, y no puedo evitar que me salga una sonrisa tonta. Sin articular ni una sola palabra cojo su mano y entrelazo mis dedos con los suyos, y miro al paisaje. Ella mira nuestras manos y apoya su cabeza en mi hombro.

Felicidad. Una palabra que hasta hace poco ni conocía y que ahora es lo único que hay en mi vida... Bueno, felicidad y Mimi.

No sé qué nos deparará ahora a Mimi y a mi... Y tengo miedo. Miedo de que todo se tuerza, de que todo comience a ir mal de nuevo. La miro. Es preciosa.

Me vibra el móvil. Es Rubén.

- Viny, llevo toda la mañana enviándote mensajes, ¿estás bien?

- Sí, estoy en el mirador con Mimi.

- ¿En el mirador? - me dice con picardía.

- Sí, hijo, sí.

- Increíble - se ríe.

- Bueno, ¿que querías?

- ¿Vienes a casa?

- En seguida vamos para allí.

Le digo a Mimi que hay que ir a casa de Rubén. Le parece bien.

Por el camino vamos haciendo tonterías, riéndonos. Cogidas de la mano. Llegamos a casa de Rubén y nos sentamos en el salón, con la radio a todo volúmen, suena Havana de Camila Cabello. Me en-can-ta. Hablamos, reímos. Comemos patatas frítas. Ya te digo que, como siga siendo feliz, entre pizza y demás comida basura, voy a acabar pesando como cuatro Vinys en vez de una.

- Entonces... ¿Os habéis besado?

- Puede ser... - digo yo, haciéndome la interesante.

- Es - dice Mimi con su característica seguridad.

- Yo... Llevo todo el día hablando con el chico de la fiesta, David - dice Rubén, se le ve muy ilusionado - Me ha invitado a una fiesta esta noche, dice que va a ser increible, y que vayamos.

- Bueno, yo voy a pasar - digo, seca - no me ha gustado nada esa gente, esas fiestas, y acabar en el suelo. Lo siento. Pásalo bien.

- Oh... Vale. Espero que no te moleste.

- No, claro que no - me río. Preferiría que no fuese con los amigos de Angie, pero no voy a prohibirle ir, no soy nadie para hacer eso.

Cae la noche, cenamos allí, en casa de Rubén, hasta que el tal David vino a buscarle en su coche.

Mimi y yo empezamos a pasar muchísimo tiempo juntas. Me presentó a sus amigas, unas chicas estupendas. Gabriela, una chica alta delgada y rubia, muy guapa, pero una belleza peculiar. Es modelo. Pero no como Angie, es modelo a menor escala. Ana, es mulata y tiene un pelo precioso, con unos rizos increibles, y es escritora, lleva un blog impresionante. Inés, tiene el pelo como Justin Bieber en sus tiempos de Baby , quizás un poco más largo por detrás. Y de color negro azulado, es cinéfila. Muy cinéfila. Realmente no sé cómo le puede caber en la cabeza tanta información, tantas películas, tantos directores. Tienen 18 años las tres.

Cada vez veía menos a Rubén. No por mi, no penséis mal. Pasaba mucho mas tiempo con Mimi y sus amigas porque él pasaba todo el tiempo con David. Todo. El. Tiempo. Rara vez hablábamos, y si lo hacíamos era por teléfono. Según me contaba estaba de fiesta prácticamente todos los días, y que casi vivía en casa de David.

Me entristecía mucho. No quería perderlo. Pero ya había estado mucho tiempo estando deprimida. 16 años, más o menos. Y Mimi lo sabía, e intentaba por todos los medios que yo me evadiese y no pensase en Rubén. Que yo ya había intentado que no se fuese por el mal camino, que no me había hecho caso, que ya se arrepentiría; eso decía Mimi.

Pero... ¿Y si no lo hace?

Sólo los tontos se enamoranWhere stories live. Discover now