Capítulo 9: Noche de amigas.

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Mimi y yo nos dirijimos a casa del lío de Rubén. Para ir a salvar al chaval de toda esa mierda. La puerta está abierta. Entramos. Le digo a Mimi cuál de esos chicos es él y me ayuda a cojerlo. Está muy colocado. Vamos los tres a mi casa.

Mi madre nos oye entrar y sale de la cocina.

- ¿Pero que le ha pasado a Rubén? -Dice preocupada.

- Está colocado y borracho.

Mi madre es enrollada... Mas o menos. Como no he tenido amigos hasta hace relativamente poco ella me dejaría hacer las locuras que hacen todos los adolescentes para sentirse adultos. La cosa es que yo sé que no soy una adulta y no quiero hacer gilipolleces que afecten a mi futuro.

- ¿Y quién es esta chica tan guapa? -Sonríe.

- Es Miranda, una nueva amiga -Digo mientras ella y yo ayudamos a Rubén a subir por las escaleras.

- Llámeme Mimi, señora -Dice sonriente.

Mi madre nos comienza a ayudar a subir a Rubén.

- ¿Y qué te has echo en el pelo? Te queda muy bien.

- Me lo ha echo Mimi. Y, por favor, mamá, para de preguntarme cosas.

Tumbamos a Rubén en mi cama y se queda dormido al instante. Mientras tanto, Mimi y yo, le dibujamos bigotes, penes y mas cosas ridículas en la cara. Luego, ella, saca su cámara instantanea y comienza a hacerle fotos.

Mimi y yo nos sentamos en mi escritorio, y encendemos mi portátil. Empieza a enseñarme cosas, su facebook, fotos, música. Y luego yo. Pasamos el rato. Mientras Rubén no se despierta, Mimi y yo comenzamos a conocernos mejor y nos damos cuenta de que tenemos muchas cosas en común. Y que seremos grandísimas amigas.

- ¿Te quieres venir a dormir a mi casa? -Me pregunta emocionada-, mis padres están de viaje de negocios.

- Me encantaría... Pero antes esperemos a que Rubén se despierte -Río.

Pasa media hora y no se despierta. Mimi y yo, a parte de aburridas, ya estamos desesperadas. Nos dirijimos, las dos, hacia la cocina, en la que se encuentra mi madre.

- Mamá, cuando Rubén se despierte podrías decirle que estamos en casa de Mimi -Ésta, rápidamente, saca un bloc de notas pequeño de su bolsito y escribe la dirección de su casa.

- Tome, señora, aquí está mi dirección para que Rubén sepa ir -Sonríe.

- No me esperes que me quedo a dormir en su casa -La beso en la frente-, te quiero.

Mimi y yo vamos paseando divertidas hacia su casa. Decidimos comprarnos un helado. Ella de vainilla y yo de coco. Le pido que me deje probar su helado y me lo restriega por la cara. Me río. Y hago yo lo mismo con el mío. Entre risas y bromas llegamos a su portal, cansadas. Así que decidimos subir por el ascensor. Entramos y es realmente muy pequeño. Solo cabe una persona. Así que Mimi y yo estamos muy apretadas. Nuestros cuerpos estan pegados y no tenemos mobilidad. Noto su respiración agitada en la cara. Sonrío.

Llegamos en seguida, pues vive en el primer piso. Y bajamos, de una en una, del ascensor. Porqué, básicamente, las dos, por la puerta de ese diminuto ascensor, no cabemos. Entramos a su casa. Con toda esta movida el tiempo se me ha pasado volando. Son las nueve y media.

- ¿Te hace una pizza? -Me dice.

- Claro.

Mientras tanto voy a su habitación y me siento en su cama. Ella no tarda ni tres minutos en volver.

- La pizza ya está en el horno.

- OK.

- Voy a buscarte un pijama de los míos para dormir, ¿va?

- Claro, gracias.

Va al pequeño armario que hay al lado de la cama y saca dos camisetas enormes. Una es de color blanco y de tirantes y la otra es lila y de manga corta.

Me da la lila. Hago ademán de levantarme pero ella comienza a quitarse la ropa allí, delante de mi. Me pongo roja como un tomate en seguida. Ella se da cuenta y ríe.

- No te cortes, tonta -Y continua. Ahora solo lleva un sujetador de leopardo y un tanga rojo. No convina para nada. Río para mis adentros y comienzo a quitarme la ropa muy rápidamente. Cuando yo estoy en ropa interior ella se está haciendo un moño. Sigue en ropa interior. Me pone muy nerviosa. Una vez tiene el moño echo se quita el sujetador y se pone la camiseta. Tiene unos pechos perfectos. No tan grandes como los de Angie pero... Perfectos. A continuación me quito yo mi sujetador y me pongo la camiseta.

Me me vuelvo a sentar en su cama. Ella se sienta detrás de mi colocando una pierna por cada lado. Y me hace un moño como el suyo. Ríe al comprobar su resultado. Después se mira en un pequeño espejo y se da cuenta de que su moño está igual o peor que el mío. Coge la cámara y clic, clic, clic. Tres fotos, cada una peor que la anterior. Y las engancha en la parte de debajo de la estantería que está justo encima de su cama.

- Para verlas por la noche y tener pesadillas -Ríe. Y yo río con ella. Que amor de chica.

Ding. El horno. La pizza ya está lista.

Sólo los tontos se enamoranWhere stories live. Discover now