Capítulo 14: Ahora sí.

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Pues al parecer si que ha acabado. El verano, digo. Hay que volver al instituto. Ya estaba yo maldiciendo ese jodido edificio. Y a estos subnormales a los que llaman alumnos.. Hasta que...

- ¡Tíiiiiiiiiiia! - Era Gabriela, al otro lado del teléfono. ¿Que qué le pasa? Que van a comenzar bachillerato en mi instituto - Estamos yendo ya hacia tu casa, eh. Espero que estés lista.

El plan era ir con ellas hasta casa de Rubén e ir todos juntos hacia el instituto. Las pedorras de mi clase podían flipar. Yo con mis amigos. Mis amigos mayores. Mis amigos más guays que ellas. JÁ. Y no solo eso. Amigos de verdad. No como ellas. 

Parecíamos los Ángeles de Charlie en versión extendida. Íbamos caminando por el patio del instituto en línea cual videoclip. A cámara lenta. Todos nos miraban. 

Esta tarde íbamos a ir todos a hacer fotos al mirador, y sin querer mi siesta se alargó un poco. 5 llamadas perdidas de Mimi. Decidí no devolverle las llamadas y ducharme rápidamente. Me vestí. Me maquillé ligeramente. Cogí mi mochila, la cámara y la llave de la moto. Iba lo más rápido posible, siempre con cabeza. Aún así, rápido. No estaba muy lejos. Había un cruce, mi semáforo estaba en verde, pasé cuando de repente un coche me hizo volar.


Desperté aturdida en una sala blanca. El hospital. A mi lado estaban mi madre y mi hermano. 

- Sabri, ¿qué tal estás? - dice mi madre, acariciándome la cara.

- Me duele. 

- ¡Esto es entrar en los 17 años con estilo y los demás son tonterías! - dijo Adam. Supongo que intentando hacerme reír. No me hizo ni puta gracia. Pero hay que quererlo. 

De repente entró Rubén en la habitación con un peluche.

- Viny, no me gusta mucho este paisaje para las fotos - se rió. Y se acercó para darme un beso en la frente. 

- Bueno, Sabrina, nosotros nos vamos a la cafetería, volveremos en un par de horas.

Rubén se estiró conmigo en la camilla y me cogió de la mano entrelazando los dedos. Le quería como no he querido nunca a nadie... Si no fuese lesbiana, y él no fuese gay. Me reí para mis adentros, y le apreté la mano. 

Sonó el móvil de Rubén. Era Inés. Preguntaban por la habitación. 

De pronto llegaron todas. Mimi vino directa a besarme. Abrazarme. No paraba de preguntarme como me encontraba.

Se fueron todas y Mimi se quedó allí. Conmigo. Llevaba un bolso grande con cosas que necesitaba para quedarse allí conmigo un par de noches. 

- Hola bonita - dijo mi madre cuando entró y vio a Mimi - ¿cómo estás?

- Bien, bien - se dieron dos besos -, me quedaré aquí las noches que haga falta si no es molestia. 

- Que buena niña. 

Mi madre sabía que Mimi era una chica estupenda. Como amiga. Y como novia. Se alegraba de que fuese ella. No me quiero imaginar qué diría, o pensaría, si en vez de ella hubiese sido Angie. Me da un escalofrío solo de pensarlo. 

- Mañana por la mañana te operan - dijo mi madre -, y hasta que no estés más o menos recuperada no volverás a casa, ni al instituto.

- Vale - dije con resignación. Ahora que me gusta ir al instituto, pam, no puedo ir. 

- Pues si Miranda se queda contigo Adam y yo nos vamos a casa que es tarde - me dieron un beso los dos y se fueron. 

Mimi se puso en la posición que tenía Rubén antes de irse, cuando estaba estirado en la camilla conmigo. 

Pasó la operación, sin ningún problema. Pasó una semana y aún tenía que quedarme allí otra semana mas. Semanas eternas. Pero en el buen sentido porque cada día tenia a mi chica allí, conmigo. Apoyándome. Y, lo más importante, ayudándome a mear. Y cada tarde tenía allí a toda mi squad.

- Entonces... ¿Te duele mucho? - me preguntó Mimi cuando estábamos solas una noche, estiradas en la camilla.

- No. Ahora no, me han puesto un calmante hace casi una hora.

- Ah, vale - dijo, mirándome picarona. 

Se colocó de lado, hacia mi, y empezó a besarme con dulzura. Con una mano me levantaba la bata con una de sus manos. Sus dedos ansiosos recorrían mis bragas con lentitud, reprimiéndose. Yo me estremecía. La suavidad de sus caricias y el morbo de estar en el hospital estaban a flor de piel. No podía contener las ganas. Quería que fuese bruta. Pero no podía, y eso me frustraba. Y la frustración se convertía en ganas. Muchas ganas. Los dedos de Mimi se deslizaron por el borde de las bragas. Tímidos, hasta que se decidieron a entrar. 

Al acabar me dio un beso de esos que te dejan sin aliento. Pero no por la intensidad de éste, sino por todos los sentimientos que se desatan en ese instante. 

- Joder, voy a tener que venir al hospital más a menudo. Aquí vivo como una reina, me lo hacen todo - arqueé las cejas -. To-do. 

Las dos nos reímos.

Los días pasaron y volví a casa. Al instituto. Todo iba genial hasta que empecé a notar ciertos comportamientos extraños entre Rubén y Mimi y las chicas. Siempre que llegaba ellos estaban cuchicheando sobre algo y yo no entendía nada. Los días seguían pasando y eso no cambiaba. En mi mente llegaban pensamientos que hacía tiempo no tenía. Me daba la sensación de que iba a volver a quedarme sola otra vez. No podría soportarlo. 

Era viernes e íbamos a ir todos a dormir a casa de Inés, el plan: maratón de cine y palomitas. La noche prometía.

Seguía notando esos comportamientos extraños, y no podía aguantarlo mas, y lo solté. Quería explicaciones. Todos se miraron. No sabían qué decirme.

Mimi se levantó de golpe y vino hacia mi, me cogió de la mano y me llevó hacia la azotea. Yo no entendía nada. 

Llegamos arriba y se queda callada. Dando vueltas. Indecisa. Tenía algo que decirme. 

- A ver... No sé cómo hacer esto. 

- ¿Vas a dejarme? - dije, mirando al suelo. Ya me esperaba lo peor. 

- No, no, no - dijo ella rotundamente -, no estoy tan loca. 

- Entonces...

- Me voy. Me voy de la ciudad. 

- ¿Qué? ¡No!

- Ya sabes que mis padres viajan mucho por negocios... Pues... Van a dejar de hacerlo, pero no aquí. En la otra punta del país. A 10000 km. Dentro de un mes nos vamos.

Rompí a llorar. Qué cruel es el destino. Te da y te quita a su antojo. Mimi también empezó a llorar. Nos abrazamos. Nos besamos. Llorando. 

Una hora después entramos en el piso de Inés. 


Sólo los tontos se enamoranحيث تعيش القصص. اكتشف الآن