Capítulo 7: Por el mal camino.

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La cena transcurre silenciosa entre miradas. Al acabar la cena, subo a la habitación en la que vamos a dormir Rubén y yo. Éste me sigue. Al entrar en la habitación me estiro boca-abajo y comienzo a gritar. Él entra y se sienta a mi lado. Yo, sigo gritando.

- ¿No vas a dormir con Angie? -Levanta y baja las cejas rápido seguidamente. 

Lo miro de reojo y levanto la cabeza hacia él. Lentamente. Si las miradas mataran él habría muerto, resucitado y vuelto a morir.

- ¡Callate, burro! -Le tiro el almohadón azul y vuelvo a mi posición original. 

Se pone en pie y hace amago de llamar a Angie desde la puerta. Ésta está en el baño. Al ver que yo no reacciono, que no le ago caso y que sigo estirada boca-abajo con la misma postura, se acerca a mi y se estira encima de mi con mi misma posición. 

El resto de la semana es bastante normal. La excursión, las fiestas,... Todo. La semana pasa rápido, no hay ninguna cosa que destaque... Excepto las insinuaciones de Angie. Que sí, que está muy buena... Pero creo que lo hace todo en broma.... Como iba diciendo, todo va normal hasta hoy, lunes. Ya hace una semana que estamos aquí. Son las cuatro y media de la tarde, hemos comido hace dos horas, costillas al horno, dios, estaban para chupase los dedos de lo buenas que estaban. Estoy en la habitación, me asomo y veo que Angie está en la piscina. Siempre está en la piscina, se va a quedar arrugada como una pasa. Ve que la estoy mirando, me sonríe y me dice que baje. 

Me pongo el traje de baño y salgo rápidamente de la habitación. Rubén está en el gimnasio. haciendo pesas. Que tonto. Paso de largo y bajo corriendo por las escaleras. Salgo por la puerta trasera de cristal que lleva al jardín trasero, cojo carrerilla y me tiro de bomba al agua. 

Nadamos, jugamos, hablamos divertidas,.. Hasta que estamos cerca. Muy cerca. Demasiado. Ella me coloca su mano dulcemente sobre la nuca y la otra mano la coloca en mi culo. Yo, tímida, coloco mis dos manos en su espalda y comenzamos a besarnos, lentamente, sensualmente, con ganas. En ese beso se ven las ganas mútuas que teníamos de ese beso. Mi primer beso. 

Rubén nos observa divertido desde la cristalera de la puerta que da al salón. Sabe que me ha echo feliz, y que, realmente, ha convertido mi vida en mejor desde que entró a ella. 

El beso. Ese beso dura mucho. Pero no demasiado. Esa media hora de beso intermitente es justo lo que necesitaba para: 

- Vamos a tú habitación -Sonrío.

Y subímos rápidamente a su habitación. Y... No voy a contar nada de lo que ocurrió ahí. Ya lo supondrás. Soy una señorita y una señorita nunca revela esas cosas. 

Al acabar yacemos en la cama, desnudas, sudadas y agarradas de la mano. Giro mi cabeza hacia ella y ella lo hace hacia mi. Al mismo tiempo. Y sonreímos.

A partir de ese momento y de esa genial experiencia toda la semana restante es genial. Sé que no profundizo mucho en lo que ocurre... Pero son cosas íntimas. Los únicos testigos fueron sus almohadones. 

Llega el lunes, el día que tenemos que irnos. Pero el padre de Rubén no aparece. Él y yo esperamos en el gran jardín delantero de la casa.

- Chicos -Angie, desde detrás nuestro, nos habla-, no va a venir, os voy a llevar yo. No os preocupéis.

Ríe. Y se va. Al garaje y sale con un todoterreno rojo pasión. Precioso. Precioso y brillante. Como sus ojos. 

Subimos al coche y empezamos el viaje. A los diez minutos de camino nos dormimos. 

Al llegar Angie me despierta con un beso y a Rubén con una bofetada. 

Angie se queda a dormir en casa de Rubén. Dice que va a quedarse aquí a pasar el verano, ahora que tiene motivos. ¿Y cuál es el motivo? Yo. Sonrío. Todo pasa muy rápido. Al parecer eso de que si te diviertes el tiempo vuela es verdad. Ya llevo cuatro semanas saliendo con Angie. Sí. Al principio creía que solo sería una pequeña diversión para ella, cosa que no me desagradava mucho. Pero un día lo hablamos y, sí, somos novias. 

Estoy con Rubén. En una fiesta. Por la noche. No conozco a nadie. Él tampoco. Nos ha traído Angie, que ahora está hablando con amigos suyos que no ve desde hace tiempo. 

- Hola -Me dice una chica muy mona. Parece tener un año mas que yo-, te he visto de lejos y no he podido evitar venir. No suelo hacer esto pero... -Ríe, tímidamente.

Que mona.

- Hola -Le lanzo una de mis mejores sonrísas. 

- ¿Te apetece que vayamos a hablar? -Me tiende la mano.

- Oh. Por supuesto -Le doy la mano. Y mientras nos alejamos le hago señas a Rubén para que me perdone por dejarlo solo. Un chico mayor ha ido a hablar con él... Dudo que prefiera que esté yo ahí. Río. 

La desconocida me lleva a una terraza desde la que se ve toda la ciudad. Es preciosa.

- Me llamo Miranda -Dice la chica-, pero llámame Mimi.

- Yo soy Sabrina, pero llámame Viny. 

Reímos. Es muy guapa. Es un poco mas alta que yo, ojos verdes, pelo castaño, con el flequillo de lado de color azul turquesa. Mi favorito. Lleva un vestido rojo, como el color del coche de Angie. Y unos tacones altísimos negros. Pero se nota que no es su estilo. Yo, sin embargo, llevo un vestidito negro con vuelo y unas vans azul cielo, como mi bolso. Es mas mi estilo. 

La chica se sienta en una de las tumbonas que hay en esa terraza. Yo hago lo mismo en la de al lado. Ella se quita los tacones. Y ríe.

- Estoy harta de esas cosas.

- Por eso yo me pongo vans -Digo señalando a mis bonitos zapatos azules. 

Es muy simpática.

- ¿Cuántos años tienes? -Le pregunto- Yo 16.

- Oh. Yo 17.

Reímos, conversamos y nos divertimos. Pero al final optamos por bajar. Pero antes nos damos los números de móvil. 

Al bajar, por las escaleras, me encuentro a Rubén subiendo las escaleras de la mano con un chico, algo mas mayor que él. Me sonríe. Le hago el signo de la aprovación con la mano y me río. 

La fiesta transcurre divertida. Todos, incluso yo, bebemos alcohol. Mi primera borrachera. Que guay. 

A la mañana siguiente me despierto en el suelo, al lado de Rubén, de el chico con el que se lío ayer, con Angie y un par de personas mas. Estamos en el jardín de Rubén. Rodeados de botellas y de los típicos vasos rojos y blancos de los botellones... Que, ahora que lo pienso, no sé que hacen ahí si no hemos estado de botellón, que yo recuerde, a lo mejor con el pedal que llevábamos encima nos colamos en alguno o algo. Y, lo peor, es que me duele la barriga y tengo náuseas. Nos vamos despertando todos poco a poco y decidimos entrar en la casa de Rubén. Su padre está trabajando. Son las tres y media de la tarde, pero, aún así, nos ponemos a comer. Uno de los chicos hace una tortilla de patatas. Estaba buenísima. 

Entre todos los presentes, después de beber mucha agua y que se nos pasara un poco la resaca, decidimos ir a casa del chico que se lió con Rubén ayer. 

Cuando llegamos nos sentamos en su enorme sofá y él desaparece por el pasillo. Pero minutos mas tarde vuelve con una cachimba enorme y nos ponemos a fumar. Yo me dejo llevar por la situación. Nunca había echo nada parecido. 

De repente algo me vibra en las tetas. Lo primero que pienso es que alguien me ha podido meter un consolador y que se haya encendido, con la borrachera que llevo encima y la marihuana que se respira en el aire es normal que piense estas cosas. Pero luego me meto la mano en el sujetador y veo que lo que en realidad está vibrando es el movil. Un mensaje de whatsapp. De la chica de ayer, Miranda. Mimi.

- Hola guapa, ¿te apetece que quedemos? -Miro a mi alrededor, miro uno a uno a los personajes que tengo a mi alrededor. Con ojeras y una mala cara increíble pasándose la cachimba. Angie me está llevando por el mal camino. Un camino que, hace unos días, pensaba que nunca iba a pisar.

- Claro, quedamos en el Starbucks de la plaza en una hora.

Me levanto de ese sofá y me dirijo rápidamente a mi casa. 

Sólo los tontos se enamoranWhere stories live. Discover now