Mi nombre es Alex y soy una cazadora de brujas
¿Saben que es lo irónico?
Soy una bruja.
Pero no esas brujas con berrugas gigantes y caras destrozadas.
No, eso ya es pasado y estamos en el siglo XXI.
Soy una chica de diecisiete años como cualquier ot...
Estaba caminando siguiendo a una bruja, guiándola a un callejón.
Siendo una se me hace mucho más fácil sentirlas, no es necesario que mi marca brille.
Una señora que aparentaba tener como unos veinte años, eso hubiera pensado hasta ver su collar.
Por fin la tenía atrapada.
—¿Se te ofrece algo niña?.—preguntó con indiferencia
¿En serio? ¿Niña?
Olvídalo, Alex. Concéntrate
Me acerqué a ella sin decir palabra alguna.
Cuando estuve lo suficientemente cerca, le arranqué la esmeralda que llevaba colgada en el cuello.
Y asi fue tomando la apariencia a la edad que le correspondía, volviéndose una señora canosa, con uñas largas y prácticamente sin dientes.
—Niña tonta ¡¿Qué hiciste?!—preguntó en un grito ahogado
Sonreí cínicamente mientras sacaba una daga de mi bolsillo.
La bruja, al ver lo que iba a hacer habló.
—Escúchame bien, niña. Las cosas ya no serán como ahora, no comprendo bien lo que eres pero todo la vida como la conoces no será la misma. Todo está apunto de cambiar. Es tu destino.—tomó mi rostro entre sus manos.
Una adivina. Ush
—Sí, sí. Todo muy interesante. Muere.—le clavé la daga en su pecho y atravesando su corazón.
Al caer al piso su cuerpo se convirtió en tierra y hojas secas.
Bueno. Supongo que ese era su elemento.
—¿Quién anda ahí?.—preguntó un hombre y sentí que se acercaba
Miré hacia mi izquierda, había unas escaleras y un poco más lejos un techo.
Okay aquí voy.
Empecé a subir la escaleras y con un ágil salto me encontraba en el techo.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Justo a tiempo porque los policías empezaban a llegar.
Observé como se iban y me dispuse a bajar cuando alguien me tomó del brazo.
Instintivamente le di una patada en su estómago, lo que hizo que soltara mi brazo y lo estrellé contra el suelo.
Cuando se estaba retorciendo de dolor me di cuenta de que era un simple adolescente, hasta creo que es de mi edad.
Le iba a preguntar porque intentó atacarme, pero luego vi la marca de los cazadores en su antebrazo y todo cobró sentido.
Ya entiendo. Él sintió los poderes de la bruja que acabo de matar y creyó que yo lo era.
