30. Nombre

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Mason's POV

¡Imbécil! ¡Imbécil! ¡Eres un grandísimo idiota, Mason!

Tiré el sillón en el que hace un momento estaba sentado.

¡Maldito sillón !

Lo pateé con todas mis fuerzas y luego comencé a patear y romper todo lo que estaba a mi alcance.

—¡Ah!—sentí que algo me desgarró la piel. Bajé la mirada a mi pierna que comenzaba a punzar y vi que estaba desangrándome.

Busqué rápidamente algo con que vendarme la herida hasta que llegue al cuartel.

No podía ser posible que no encuentre ni un maldito pedazo de tela o algo parecido.

Si seguía buscando, a este paso, moriré aquí.

Me quité la camisa y en seguida sentí el frío chocar contra mi pecho.
Busqué por todos lados mi chaqueta pero no la encontré.

Bien, Mason. O mueres desangrado o te da hipotermia.

Amarré la camisa alrededor de mi herida, bien apretada y me dirigí a la salida de ese lugar.

¡Demonios, ahora hace más frío!

Corrí en dirección al cuartel para tratar de entrar en calor.

●●●

Llegué al cuartel y me tiré en el suelo. Mis piernas ya no podían más.

¿A quién se le ocurre ponerse a correr con una herida?

Conciencia, no ayudas. ¡EN NADA!

—Andre.—lo llamé. Tampoco me quedaba mucha fuerza para gritar.

Alex salió de la cocina con un plato en manos y frunció el ceño.

—¿Pero qué demonios, Mason?.—soltó el plato que se hizo añicos, corrió hasta donde estaba y me ayudó a levantarme.

Alex's  POV

Ayudé a Mason a subir las escalera hasta su habitación. Momentos como estos odio que estemos en el tercer piso.

Tomé el botiquín de primeros auxilios que tiene cada habitación detrás de un cuadro y lo llevé a la cama.

Quité su improvisado vendaje de la herida.

¿Cómo diablos se hizo eso?

Limpié la herida y obtuve bastantes quejas por parte de Mason.

—Duele.—se volvió quejar

—¿Puedes callarte de una maldita vez?.—le pregunté molesta.

—Lo siento.—luego se quedó callado

Le puse una venda para terminar.

—Bien. Me voy.—me levanté de la cama y me dirigí a la puerta.

—¿Dónde están los demás?.—me preguntó cuando iba a medio camino

—Salieron a buscarte. Les dije que ya llegaste. Deben estar en camino.

—Siento haberte hecho gastar tu tiempo en cuidarme. Debes creer que soy un niño irresponsable.—rió amargamente.

—Deja de disculparte. Ya está. Sólo duerme.—seguí mi camino hacia la puerta.

—¡Espera!—me volteé.—¿No quieres saber como me lastimé?

—No me interesa, Mason.

Sí, ya sé que estaba siendo extremadamente cortante con él, pero se lo buscó.

Cazadora de brujasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora