45. Ventana

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Unos golpecitos en la ventana me alarmaron. Me levanté de la cama y corrí las cortinas.

—¡Cameron!—exclamé al ver su rostro del otro lado del cristal. Abrí la ventana, cuidando de no golpearlo y Cameron se coló por mi ventana, dando un pequeño salto a mi habitación. Te sonrió y te tomó de las caderas, dandote un beso.

—Lo lamento—dijo pegando su frente a la tuya—Necesitaba verte. 

Rodeé su cuello y lo besé. Lo besé como si aquello compensara la ausencia de él durante estos días. El beso se intensificó, siendo más apasionado y desesperado. Nuestros labios se saciaban de la textura y tacto de los labios del otro. Nuestros alientos se mezclaban y nuestras respiraciones levemente agitadas se chocaban. 

Cameron comenzó a darme besos por todo el rostro y el cuello, haciendome gemir levemente. Sin soltarme, Cameron me hizo retroceder hasta chocar con mi cama y caer con él encima. Apoyó sus rodillas a ambos costados de mis caderas y siguió con sus humedos besos que poco a poco me volvían loca.

—Cam...—gemí al sentir sus labios suavemente tocando mi clavicula. Metí mis manos debajo de su camiseta y acaricié su abdomen. Volvió a mis labios y los atacó salvajemente. 

Y entre besos, su camiseta desapareció.

Acarició mi cintura, haciendome arquear la espalda y darme un cosquilleo placentero por todo el cuerpo. Me senté sobre la cama, con Cameron enfrente y me quité la musculosa. Mojó sus labios con la lengua y rodeé mis piernas a su alrededor. 

Tomó mis mejillas con sus manos y siguió besandome alrededor de mi rostro. Sus manos bajaron hasta mis pechos y los masajeó, haciendome gemir en sus labios. Mi respiración estaba agitada y mi cuerpo se sentía acalorado. 

Comencé a besar su cuello otra vez mientras él tanteaba con sus dedos el broche de mi brassier. Yo tanteaba mis manos cerca de sus caderas, jugando con la tela de su pantalón.

Y cuando la cosa se estaba poniendo buena, un portazo rompió la tensión que habíamos creado. Ambos nos detuvimos en seco y miramos en dirección a mi puerta.

—¡Hija!—escuché desde abajo la voz de mi padre. Cerré mis ojos y maldije en mi mente—¡Llegué y traje helado!

Cameron se levantó, tomó su camiseta y se acercó a la ventana.

—¡Cam, espera!—susurré. Él volteó y me sonrió mientras abría la ventana.

—Volveré antes de que lo sepas—dijo antes de escabullirse por la ventana otra vez.

Rodé sobre mi cama y me cubrí con mis sabanas. Bufé molesta y decepcionada por la interrupción. Acto seguido, oí los nudillos de mi padre golpear la puerta y ésta se abrió.

—Hija...—él rostro sonriente de mi padre aparecio tras la puerta—¿Cómo estas? Espero no haberte despertado.

Alcé mi pulgar y apreté mis labios, forzando una sonrisa.

—No me despertaste.


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#putabida #papeh

Ahr. Me calmo. Perdón




Cameron Dallas ImaginesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora