My Same

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>Cambio de narrador.

Penny tocó la puerta de madera pintada color blanco y con una "A" en el centro. Giró la perilla y descubrió a su ya adulta hija gimoteando sin consuelo enredada entre unas tantas cobijas de algodón.

-¡Oh! mi pequeña...

 Caminó hacía la desilusionada joven y la envolvió entre sus brazos. Empezó a darle pequeños besos en la la coronilla de la cabeza y a decirle palabras de consuelo que solo una madre puede decir.

-Mamá, lo extraño todavía...

Dijo Adele con el corazón roto sobre sus palabras ayudando a que un nuevo mar de lágrimas comenzara a resbalar por sus sonrojadas mejillas.

-Lo se hija, pero debes entender por primare vez en tu vida a tu madre y hacer lo que te digo; él no volverá, no quiso quedarte con el ángel que eres y ese asunto suyo, demuéstrale que Adele Adkins no necesita de un hombre como él.

Adele levantó la cara y limpió las lágrimas de sus ojos, se puso de pie de entre todas las cobijas que la abrigaban y se acomodó la bata de dormir. Dio un beso en la frente de su madre y salió de la habitación hacia el estudio de música donde estaba el piano, la batería y algunas guitarras

Tomó un bolígrafo y puso una hoja de papel en el escritorio. 

-Tengo que volver.

La mañana fue testigo de las palabras que fueron pronunciadas con tal decisión que la autora de ellas pudo sentir como el compromiso de salir adelante se le subía a la cabeza.


>Narra Philip.

Eran las 10:00am, mi tía acepto con todo gusto que me quedase unos días en su casa mientras encontraba un departamento al nivel de mi presupuesto.

Caminé lentamente y con los ojos entre cerrados hacia el baño para tomar una ducha reparadora. Había viajado muchas horas y estaba muy agotado, en consecuencia una tremendas ojeras se hicieron bajo mis ojos. Aun así pasar la noche en una cama en casa de la tía Penny era un billón de veces mejor que en un autobús lleno de gente que roncan como osos.

Salí rápido, no suelo durar mucho tiempo en la ducha; caminé bajando las escaleras hacia la cocina, ya listo y ahí estaba, solo que tenia algo muy diferente en su cara, me quede mirándola por varios segundos para ver si encontraba el cambio: Sus ojos estaban perfectamente verdes como los conocí, su nariz tan respingada con esa linea en medio de ella, es casi invisible pero un rasgo tan inusual que me fascina, sus labios tan rosados normalmente, pero alto: Su boca era lo que había cambiado, había una hermosa sonrisa acompañada de esos dientes tan lindos y esa barbilla partida que me encanta.

-¿Qué tanto me miras?

Desperté de mi hipnotismo y negué con la cabeza solamente. Soltó una carcajada, fue tan magnifico que yo igual comencé a reírme; su risa era tan especial como ella misma, era incluso graciosa. Continuábamos riendo y era algo que me encantaba, una extraña sensación que era de mi gusto se apoderó de mi estomago.

-¡Valla! Hace mese que no escuchaba tremendas risas, ¿a qué se debe? 

Me sonrojé al instante, metí mis manos en los bolsillos de mi pantalón y agaché la cabeza para que ni mi tía y mucho menos Adele lo notaran.

-Philip esta loco, solo es eso.

Volteó a verme y por fin pude intercambiar miradas con esos ojos verdes tan perfectos. Fue increíble, parecía conocerlos de toda una vida y quererlos en el resto de la mía.

-Me alegro que se agraden, Philip es un gran muchacho ¿no lo recuerdas?

Adele me miró una vez más e hizo un gesto como de pensativa y negó rápidamente: -No, la verdad no; si conociera a alguien tan feo lo recordaría.

Ambas se carcajearon y yo hice cara de enojado. Luego me lancé sobre a Adele y comencé a hacerle cosquillas. -Este feo hará que te orines en los pantalones.

Continuaba riéndose y suplicando que parara, la tía Penny comenzó a reírse y caminó hacía la estufa para cocinar algo. Continuaba haciéndole cosquillas y ella imploraba que parara y pedía ayuda a su madre, la cual solo negaba con la cabeza mientras se reía.

De pronto un tremendo dolor se apodero de mi cara y un liquido empezó a salir de mi nariz, no tuve tiempo de ver que era, segundos después de que le puño de Adele impacto mi cara, caí al suelo.

Todo se tornaba blanco y las voces de mi tía regañando a mi victimaria se iban alejando cada vez más. Luego solo escuché su voz decir: -¡Oh Dios mío esta sangrando! Pero yo le dije que parara...

Mis labios esbozaron una sonrisa involuntaria y todo se apagó de pronto.

HELLO IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora