Don't you remember?

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>Narrador

Mark Evans acompañado de dos hombres gigantescos, una pelirroja amordaza y de Michelle Blaster, entraron de golpe al despacho privado de Morgan Rougger en Westminster. Al parecer el viejo Morgan prefería los pueblos tranquilos para trabajar, pero aun así era muy conocido su sitio de trabajo diario aunque no fuera dentro de las instalaciones de su disquera.
Rougger dio un pequeño golpe tras el inesperado estruendo que la puerta hizo.

Su hija estaba amordazada en medio de dos hombres gigantescos vestidos de negro, que estaban acompañados por Mark Evans y esa rubia que jamás había visto.

Estaba atónito y el azúcar del cuerpo comenzó a subir sus niveles.
Se puso de pie a duras penas por ese jodido dolor de cadera que había tenido a los 43.

-Excelente tarde señor Rougger.
Dijo Evans con su despreciable sonrisa sarcástica en los labios.
-¿Qué está pasando Evans? ¿Qué tipo de mala broma es ésta?
La pelirroja luchaba para soltarse de las manos de uno de los hombres, pero su delgado cuerpo hacia esfuerzos en vano contra la tosca anatomía del varón.
-No es ninguna broma Morgan; estoy aquí por una razón.
Evans miró sonriendo a Morgan y luego miró a la pelirroja.
-No importa que carajos quieras pero, deja ira mi hija o te juro que te vas arrepentir.
Dijo Morgan con la mandíbula un poco dura por el coraje.
Evans solo soltó una risa burlona y fijo su mirada en Michelle.
-Querido amigo, ella es Michelle Blaster, mi abogada; estamos aquí con tu adorable hija porque tenemos un maravilloso trato para ti.
Se acomodó el abrigo y de él sacó unas hojas dobladas, las cuales las puso sobre el escritorio de Rougger.
-¿Qué mierda es esto Mark?-. Morgan tomó las hojas y comenzó a leerlas. -¿Estas loco Mark? ¿En serio crees que voy a darte poder absoluto en mi disquera? ¿Crees que voy a volver a cometer el error de confiar alguna parte de mi poder en tus manos después de que te ayudé a superarte y me traicionaste haciéndote a la competencia por unas libras más? Si crees eso, estas completamente estúpido.
Mark se acercó a Morgan y posó su verde mirada en los ojos grises y viejos del veterano. -No te estoy pidiendo autorización Morgan; Si, tal vez necesité un poco de ayuda para despegar y encontrar la posición que me merezco... Pero ¿no recuerdas que tu me rechazaste cuando te pedí que me dieras la oportunidad de tener un cargo mejor en la disquera? ¡¿No lo recuerda Morgan?! ¡¿Acaso no recuerdas que yo era solo un joven que te admiraba y quería demostrar que podía hacer más que poner etiquetas en los discos de Mariah Carey y Madonna?! ¡Tu sabías mierda, sabías que tenia el potencial para ser como tú! ¡Y solo me rechazaste!
Mark enrojeció y golpeo el escritorio con todas sus fuerzas haciendo saltar los papeles y el teléfono que estaba sobre él.
Morgan miró hacia un lado y se alejó un poco de Mark. Volvió a mirarlo a los ojos y le dijo: -Odias tanto el rechazo porque fuiste rechazado desde el inicio de tu vida y estas tan acostumbrado al rechazo que rechazaste a la familia que pudiste haber tenido, huiste como un cobarde y rechazaste a tu hija cuando apenas era solo una pequeña, las dejaste solas, las dejaste a la deriva Mark: luego volviste a buscarla esperando a que ella te recibiera con los brazos abiertos después de irte y dejarla... ¿luego qué pasó Mark? Dime, ¿qué ocurrió cuando la buscaste de nuevo? Dímelo Mark...- Evans tenía la mandíbula trabada y los puños blancos por tenerlos apretados. -Ella te rechazó como tu la rechazaste y ahora quieres destruir lo que ha logrado solo por que tu propia hija de pagó con la misma moneda que tu...
Mark soltó un golpe dedicado con odio e ira hacia el viejo Morgan de solo 62 años, el cual se volteó al golpe y tapó su cara por el dolor punzante de si mejilla y labio que sangraban.
Annie, la pelirroja hija de Morgan, gritó con pánico al ver lo que Mark había hecho a su padre.
Mark estaba enrojecido y su respiración estaba sumamente acelerada.
-Ahora quiero que calles esa puta boca y firmes esos papeles, para que me pueda ir de fin de semana a París con mi sexy abogada.
Michelle miraba inexpresiva la escena con lo brazos cruzados y unos anteojos sobre la nariz.
-No voy a firmar una mierda.
Dijo Morgan abriendo con sigilo un cajón tras su escritorio para sacar un arma. Mark sabia que Morgan escondía armas por todos lados, así que al darse cuenta de lo que Rougger hacia se abalanzó sobre el y lo tomó del cuello contra un librero.
Annie solo comenzó a gritar y a llorar por la impotencia.
-Querido Morgan, no estoy aquí para pedirte ningún permiso, así que no me obligues a hacerte firmar ese contrato.
El viejo estaba luchando por respirar y mantenerse con vida mientras Mark lo asfixiaba muy lentamente para no matarlo.
-Matame hijo de perra, jamás voy a firmar esa mierda.
Mark se rió y volteo a ver al otro hombre enorme que no sostenía a Annie. Éste sacó de su bolsillo una cuchilla de barbero y la abrió mientras se acercaba a Annie.
-Vas a firmarlo, si que vas a hacerlo.
Dijo Evans volteando a ver de nuevo a Morgan.
Detrás, el hombre acercó la cuchilla al hombro de Annie, ésta abrió sus ojos negros como platos y se alejaba inútilmente sin ir a ningún lado.
-¡No hijo de perra! ¡No te atrevas o te juro que te vas a arrepentir!
La cuchilla comenzó a rasgar el suéter azul turquesa de la pelirroja, el cual comenzó a teñirse de un rojo intenso. Annie solo lloraba con pánico mientras mantenía los ojos apretados y su padre gritaba desgarrado que dejaran a su hija.

HELLO IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora