Primera visita.

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No sabía si quiera porqué había aceptado a hacer aquello, es decir, a hacer terapia con un loco que estaba obsesionado con él, pero allí estaba.

El hombre que le miraba ansiosamente, como un niño pequeño recibiendo un regalo, seguramente le pasaba nueve o diez años sin dudarlo. Por lo que le habían contado, se trataba de Bill Cipher. Tenía unos inquietantes iris amarillos y un cabello rubio que dolía a la vista. Totalmente antinatural.

Un leve toque en la espalda le indicó que entrara y, tímidamente,descargó la mochila que llevaba a un lado de la mesa y se sentó en la silla que estaba en frente de Bill, quien de momento miraba molesto a la psiquiatra que le desataba la camisa y le colocaba unas esposas a cambio. Dipper miraba nervioso la escena. ¿Le iban a dejar suelto?

-Haz algo indebido, Cipher, y te vuelvo a atar -le advirtió la mujer.

-Como sea -gruñó el rubio, rodando los ojos para luego clavarlos en el castaño y sonreír -o intentar- de una forma tierna.

El muchacho se puso tenso ante el gesto y se puso aún más cuando la médico dejó la estancia. Solo con un loco. Genial. No tenía idea de que hablar, a pesar de que le habían dicho que hablase con él sobre algo que ahora no recordaba, estaba demasiado asustado para hacerlo, pero a Bill no parecía importarle. Al parecer, mirarlo con recelo era suficiente para él.

-Ya se que ellos te han traído aquí, Dipper -habló súbitamente el esposado. A pesar de que en su voz no había rastro de enfado o amenaza, el nombrado dio un saltito en la silla del susto y Cipher soltó una risita.

-Y... Eh... Uh... ¿P-por qué exactamente estás aquí? -la voz de Piney era un canto angelical a sus oídos. Y estaba tan cerca de él, tan cerca, que casi podía tocarle. Se relamió los labios cuando las ideas sucias e indebidas empezaron a pasar por su retorcida mente-. ¿Bill?

-Dime, Pine Tree -no había escuchado su pregunta. Había estado demasiado ocupado pensando en lo fuerte que le podría follar allí mismo.

-Nada, no es nada -susurró-. Y, ¿Pine Tree? -rió, poniéndose la mano en la boca.

Con otra sonrisa, se inclinó hacia delante y tocó el pino bordado que llevaba en la chaqueta, cortesía de Mabel.

-Por eso.

Dipper achacó la vista.

-Uh, ya veo... -y el diálogo con la psiquiatra apareció en su mente, como por arte de magia-. Eh, Bill, ¿cual es la razón de tu... Eh... Obsesión conmigo? -y allí volvían a estar los tartamudeos.

-Por que me encantas, niño -la sonrisa "tierna" por una provocativa que puso los pelos de punto al castaño.

-Pero eso es dañino, tanto para ti como para mí -insistió. El ceño de Bill se frunció.

-No, no lo es.

-Sí, sí lo es.

Entonces Bill perdió la paciencia y se abalanzó literalmente sobre él, tumbando la mesa a su paso. Dipper gritaba mientras el hombre lo inmovilizaba contra el suelo y reía. El castaño consiguió darle un puñetazo en la mejilla para apartarlo, pero solo consiguió más risas.

-Solo tú sabes como encenderme -dijo sentándose encima del castaño.

Dos guardias entraron y separaron a Bill de Dipper, quien estaba a punto de empezar a sollozar. Cogió sus cosas y se fue hecho una furia de allí. Oyó a la mujer llamándole y gritándole.

-¡No vuelvo a hablar con ese sujeta jamás! -gritó antes de desaparecer por las calles de la gran ciudad.

Visits ✾BillDip✾ Where stories live. Discover now