Sexta y última visita.

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Se contenía todo lo que podía porque sabía que a él no le gustaba. Sabía que a Dipper no le gustaba la violencia y por ello intentaba contenerse, pero cada día empeoraba cada vez más.

Su pequeño Piney había vuelto a desaparecer y vaya si le afectaba. Deliraba por las noches como un desquiciado y los de alrededor le gritaban que se callaran, pero no sabían lo que sufría, ¡oh, claro que no lo sabían!

Su aspecto se había vuelto demacrado y penoso. Llevaba unas ojeras oscuras y grandes de las noches que había estado pensando en aquel chico. Se negaba a comer, por lo que ahora la camisa de fuerza -la cual cada vez le agobiaba más- le quedaba algo ancha. También había mordido a más de un empleado, por lo que le solían sedar y se atontaba. Y todo iba de mal en peor.

Hasta que un día, cuando el rubio estaba en uno de sus constantes delirios y murmullos sin sentidos, se oyó el chirrido de la puerta tras él. Bill se giró rápidamente, listo para atacar si hacía falta, peto se detuvo y su agria expresión fue substituida por una de sorpresa. Estaba allí. Había vuelto al fin.

Se levantó del suelo feliz, y trotó hasta estar en frente del pequeño Pine Tree. Una gran y despampanante sonrisa adornaba su rostro ahora, pero Dipper parecía bastante incómodo y nervioso y también le extrañaba que no estuviesen en la misma sala de siempre, pero daba igual. Ahora solo importaban Dipper y él, él y Dipper.

—¿Donde has estado? ¿Estás bien?

Bill empezó a bombardearle con preguntas tan rápidamente que al castaño no le daba tiempo a contestar a ninguna de ellas, aunque tampoco parecía tener la intención de hacerlo. En otros instantes, Dipper se hubiese reído del rubio y le hubiese agradado la extrema preocupación del hombre, ya que era la única que recibía, pero no era precisamente portador de buenas noticias.

—Bill, yo... —miró hacia otro lado y bajo la incómoda mirada del hombre, se preparó para lo peor—. No puedo seguir viniendo.

Aquello le cayó como un una patada en el estómago. ¿Cómo que no podía seguir "visitándole"? No podía dejarle, no podía.

—Mi familia ha decidido mudarse a otra ciudad y... No puedo permitirme el seguir viniendo. Lo siento pero...

Antes de que Dipper acabase su explicación, los gritos de Bill le interrumpieron.

—¡No puedes irte! ¡Eres mio, no puedes alejarte de mí! ¡No puedes! —sintió unos brazos inmovilizándole contra el suelo pero no paró de gritar—. ¡Los mataré a todos y te encontraré! ¡Nadie te separará de mí!

Entonces, la fina aguja se clavó en su cuello y sus gritos y quejidos se convirtieron en balbuceos ininteligibles hasta que cerró los ojos, completamente sedado. Lo último que vio fue la castaña cabellera de Dipper desaparecer por el otro lado del marco de la puerta.

Mientras se marchaba, el joven temía. Tenía la ligera constancia de lo que aquellas personas podían llegar a hacer y temía por las amenazas Bill. Había sido tan idiota al pensar de que podría llegas a ser una persona agradable.

Pero, gracias a Dios, todo había acabado. Él se marchaba y Bill estaba encerrado en aquel sitio.

Pero que pena. Que verdadera pena, por que la verdadera tortura acababa de empezar.

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NO es el último capítulo, no preocuparse xd.

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