Capítulo 2: "El accidente"

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Capítulo 2: “El accidente”

Cuando me bajé del avión pude notarlo. Ese viaje cambiaría mi vida. Ese lugar mágico rodeado de mar y lleno de casitas blancas como la nieve y esa brisa, limpiarían mi cuerpo y mi alma, haciéndome una nueva mujer sin complejos y sin miedo a nada.

Mi hermana Aline me había dicho por teléfono la dirección exacta de la mansión de su prometido y su familia griega, que al parecer estaba en un rincón privado de la isla. La familia de mi próximo cuñado, de apellido Kyros, era la más rica y prestigiosa de Santorini.

Había tratado de imaginarme a su prometido, pero siempre que lo hacía, lo veía como un engreído, orgulloso, niño de papá. Un hombre que con un solo dedo se creería que cambiaría el mundo. Y físicamente, me lo había imaginado poco agraciado…y mayor. Conozcía a mi hermana y sabía que era capaz de casarse con un hombre gordo y viejo, con tal de ser la mujer más rica del mundo, o de esa isla.

Necesitaba un coche, sino...¿cómo iba a ir a la casa de la familia Kyros?. Así que pregunté a un señor mayor que pasaba por allí, y muy amable me dió la dirección de un lugar donde podía alquilar un coche a un precio muy baratos. No lo dude un segundo y fui al lugar, que gracias al cielo estaba cerca, porque no soportaba el calor que hacía. Estaba acostumbrada al frío de Londres y no me iba a ser fácil adaptarme al clima mediterráneo. Había llevado sólo tres vestidos y poca ropa corta. Sólo quería llevar una maleta…pronto iría a comprar más ropa con Aline.

Llegué al alquiler de coches y elegí uno rojo precioso. Era pequeño, pero para recorrer la isla cuando quisiera era perfecto. Rápidamente me subí y lo puse en marcha. Al principio el coche iba bien, pero, por momentos daba muchos tirones. No iba muy rápido cuando me adentré por la carretera. Era muy estrecha y no la conocía.

No sabía en qué dirección iba, así que saqué el mapa de la isla que había comprado en el aeropuerto y mientras manejaba el coche, con delicadeza abrí el mapa y mirando en cada momento a la carretera lo estudié…y sí iba en dirección correcta. Me acomodé en el coche y dejé de lado el mapa para no despistarme…aceleré más confiada y en un momento noté que algo chocó con mi coche con gran fuerza y se me nubló la vista. Perdí la conciencia.

Cuando me recuperé, sólo me vino a la mente una cosa: el accidente. Si. Había sufrido un accidente y algo o alguien estaba implicado. Tenía que socorrer. ¿Dios mio qué sería? Siempre me había dado miedo tener un accidente y tener que socorrer a alguien, porque la sangre no es de mi gusto.

Salí algo débil por el golpe, pero ilesa. Sólo tenía un rasguño en el brazo izquierdo. Al bajar del coche las piernas me temblaban…

Miré para todos los lados buscando a la persona herida. No la ví en la carretera, estaba en la cuneta. "¿Estará bien?", pensé. Me acerqué con el corazón acelerado…era un motorista y estaba inconsciente. No veía bien su cara, sólo su cuerpo. Era un hombre moreno, alto, de fuertes y anchos hombros y piernas muy musculosas. No pude evitar sentir la perfección de su cuerpo. Pero… ¿Qué estaba pensando? ¡Tenía que ayudarlo!, parecía que tenía la pierna derecha herida. La miré de cerca y le estaba sangrando bastante. Dios qué había hecho. Pero yo no fui…él se atravesó en mi camino.

Los nervios que sentía salían de mi cuerpo en forma de lágrimas. Tenía mala suerte. El viaje parecía que iba a ser perfecto…y !mira cómo comenzaba!

Quisiera poder amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora