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Tomó asiento, evitando la mirada estricta frente a ella.

— ¿En qué le puedo servir, sargento?

—Descubrimos a uno de los infiltrados.

Sungmin deslizó sobre la mesa una pequeña pantalla plana, mostrando una de las grabaciones de las cámaras de seguridad. Miu se inclinó sobre la mesa y miró con suspicacia la reproducción.

Cuando reconoció aquellos pasillos, tragó duro y miró un tanto aturdida al mayor.

— ¿Qué hace Lee Taemin allí?

—El mocoso creyó que esquivando los puntos ciegos de las cámaras conseguiría no ser visto, pero gracias a las cámaras y el audio secreto sabemos que esperó en un rincón del sótano a que Donghae llegara con el experimento. Interceptamos el dispositivo con el cual se comunicó con personas que aún desconocemos —Se apoyó en el respaldo de la silla y miró fríamente a su soldada—. Por esto mismo, te ordeno que mantengas a Lee bajo tu mira y lo alejes de Luhan ante cualquier acción que tome contra él.

Otro peso sobre sus hombros cuando de verdad quería centrarse en salvar a sus chicas y evitar pérdidas dolorosas. Sin embargo, aunque se sintiera jodidamente deprimida por aquello, proteger al experimento de una amenaza era algo que le hacía sentir honrada.

Admiraba a Luhan.

—Entendido, sargento.

Se levantó del asiento e hizo el saludo oficial, recibiendo un asentimiento de Sungmin y una mirada llena de confianza.

—Lo harás bien, Jang.

Salió de la habitación y se encaminó hacia su lugar especial, sus entrañas pidiendo aquella sustancia que le hacía relajarse por completo. Llegando a la azotea, fue directo hacia una de las bancas y sacó de su chaqueta la cajetilla de cigarrillos, extrayendo uno y encendiéndolo.

La primera calada y de inmediato la paz nació en su interior, perdiéndose entre el humo que salía del cigarrillo y permitiéndose soñar que era libre junto a sus seres queridos.

Sabía que, al igual que ella, Yixing, Chanyeol, Yoongi y Luhan deseaban ser libres también.

—Algún día... ¿Lo lograremos?

Y tal como el humo, sus palabras se las llevó el viento.














Sehun caminaba sigilosamente por los pasillos, apoyándose en las murallas en un intento de camuflarse. Pese a las advertencias de Yixing de "quédate en un lugar seguro y espera a que lleguemos", se sentía con el deber de encontrar al menor, porque al fin y al cabo era su pareja.

La corriente eléctrica que viajó por su cuerpo ante tal pensamiento le hizo detenerse unos segundos y respirar profundo, recordándose que no era momento para sentirse así. Unos gritos al final del pasillo retumbaron con un eco ensordecedor, asustando al rubio y poniéndolo en posición defensiva, el mal presentimiento acelerando su pulso.

Experimento 0111 » hunhan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora