Capítulo 21

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Su tranquila y calmada cita no había escalado a nada más que solo conversaciones, ambos habían pasado un gran momento juntos, todo había sido perfecto, luego de que Alfred llevara a Arthur a su casa, este tuvo que devolverse a su país, pues tenía responsabilidades pendientes, en el momento en el que Inglaterra entró a su habitación sintió que algo andaba mal, las ilusiones que normalmente veía habían sido consumidas, y el único rastro que quedaba era un camino de la siniestra criatura que había devorado las ilusiones, supo inmediatamente qué era y a donde debía ir, caminó rápidamente hacia la biblioteca que permanecía bajo llave, la abrió encontrándose con la criatura.

Tenía la forma de una muchacha, esta tenía un largo cabello negro, este poseía ojos y bocas pequeñas, Arthur dedujo que aquellas se habían tragado las ilusiones, la muchacha se dio la vuelta con una sonrisa.

- Sabes perfectamente quien soy y a que he venido - le dijo tranquilamente con la sonrisa permanente en sus labios, en sus manos tenía un libro que parecía un diario antiguo. Tenía razón, Arthur sabía quién era, y conocía muy bien sus intenciones.

- Tienes razón, se quién eres... - le contestó asintiendo tranquilamente, no tenía miedo del todo, sabía que era lo que tenía que hacer, aun así su corazón se encogió de angustia, no estaba preparado para morir.

- Estás asustado, lo puedo sentir - afirmo la muchacha, ella era la representación de la bestia de los sueños, estaba lista para llevarse lo que quedaba del alma de Inglaterra, pues al no terminar el contrato, se transformaba en un traidor.

- Tú sabes bien, que ahora me perteneces, y que tú final está más cerca de lo que crees...lo único que nos queda a ambos es transformar todo a cenizas, dejemos que todo se queme, y no dejemos cadáver que buscar - la muchacha se acercaba al tranquilamente, con su sonrisa que incomodaba a Arthur - Te explicaré en que consiste esto...Quemaré esta casa y sus secretos, incluyéndote en ella, pero lo único que quedará será este pequeño libro, donde tu escribirás tu propia historia, así, el resto del mundo, y tal vez, tu amado entienda porque desapareciste... -

- Estoy asustado, pero no de ti, si no de la muerte, espero que al menos me des tiempo para escribir aquel diario - Le respondió secamente mientras comenzaba a caminar alrededor de la biblioteca mientras el monstruo seguía cada paso, sin perder de vista su rostro.

-No me digas...¿es que acaso te encariñaste Estados Unidos?...vamos, deja de vivir en tus sueños, date cuenta de que es lo que está frente a ti. -

- Si, me encariñe con el, mi único deseo, es volver a encontrarlo alguna vez... - murmuró antes de sentarse en el sitial rojo desgastado que estaba en el medio de las grandes y solitarias estanterías, la mujer se paro en frente, su cabello se movía como si estuviese sumergido en el agua, los ojos pestañeaban y las bocas se abrían y se cerraban.

- ¿Te sentirías mejor si te dijera que puede que ustedes se vuelvan a encontrar, pero todo esto dependiente de si es que tu querido Alfred se da cuenta de las pequeñas pistas que tu y yo dejaremos en los escombros, todo dependerá de el, ¿No es divertido? -

- No entiendo cual es tu concepto de diversión, pero diré que si - Le sonrió de vuelta, en un par de días dejaría de existir, no sabía si aquello se refería a que dejaría de ser una nación, o si dejaría su inmortalidad, ambas eran un buen regalo para la bestia, y esta tenía claro que era lo que reclamaría.

- Esa es la actitud, después de todo, las cosas que has pasado te han cambiado tanto, cada pelea te hacía cambiar, cambiar las cosas lo hacía fácil, cambiaste tanto, que me resultaba tan difícil diferenciarte de aquellos villanos de las historias...¿recuerdas cuando me llamaste por primera vez?, eras solo un niño que había decidido no tener más amigos, no más enemigos, no había nadie que pudiese detenernos - La mujer le susurro tranquilamente en su oído.

- ¿No crees que era un tanto ciego en aquel tiempo?, cualquiera que quisiera negociar con una bestia tan ruin y ridícula como tu es un tanto ciego... -

- Es una gran ironía que me digas todo esto, eras mucho más sabio que ahora, creo que...el silencio te va mejor que las palabras. -

- Créeme que sería maravilloso si tuvieras el don del silencio. - su tono se había vuelto agresivo pero sarcástico, intentando molestar a el espíritu, este se limito a reír y a dejar el libro en su regazo, Arthur tomó el libro y lo ojeó, verdaderamente estaba vacío, sabía perfectamente que era lo que tramaba la bestia, con el simple hecho de escribir aquel diario, las llamas lo consumirían, y destruiría todo lo existente, más que simplemente escribir había decidido dibujar en el con un poco de magia, ya tenía todo premeditado y estudiado, las cosas cambiarían.

El monstruo justo antes de desaparecer dejó escapar una risa intencional. Ahora por fin Arthur estaba solo en su biblioteca, podría poner su truco a prueba, la magia era muy llamativa para los devoradores de sueños, era una magia codiciada por su esencia, y Arthur sabía perfectamente esto, pero esta magia era la única que le iba a permitir hacer que su libro tomara vida, y que incluso pudiera darle reales pistas de lo sucedido a su amado.

Comenzó entonces con uno de sus bolígrafos con la tinta mágica más preciada que tenía, comenzó a trazar lineas, círculos, y todo tipo de figuras para darle forma a un ser humano, era si mismo, de esta forma podría controlar la imagen, luego de que estuviese terminada, comenzó a hechizar la imagen, esta le obedeció sin titubear, ejecutando cada movimiento comandado y coordinado, iba creando la memoria del diario, memoria que sería prontamente, lo único que el mundo llegaría de recordar de Inglaterra, la nación que desapareció en las llamas.


Silencer. (UsUk)Where stories live. Discover now