CAPITULO 11 (Editado)

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Ya habían pasado varios días después del partido y todavía no me había encontrado con Carlos, lo extrañaba muchísimo.

Se acercaba la Navidad. Una mañana de mediados de diciembre Hogwarts se descubrió cubierto por dos metros de nieve. El lago estaba sólidamente congelado y los gemelos Weasley fueron castigados por hechizar varias bolas de nieve para que siguieran a Quirrell y lo golpearan en la parte de atrás de su turbante. Yo me salvé de milagro, ya que McGonagall no me vio haciendo lo mismo con los gemelos ya que en ese momento estaba escondida detrás de un árbol. Las pocas lechuzas que habían podido llegar a través del cielo tormentoso para dejar el correo tuvieron que quedar al cuidado de Hagrid hasta recuperarse, antes de volar otra vez.

Todos estábamos impacientes de que empezaran las vacaciones. Mientras que la sala común de Gryffindor y el Gran Comedor tenían las chimeneas encendidas, los pasillos, llenos de corrientes de aire, se habían vuelto helados, y un viento cruel golpeaba las ventanas de las aulas. Lo peor de todo eran las clases del profesor Snape, abajo en las mazmorras, en donde la respiración subía como niebla y nos hacía mantenernos lo más cerca posible de los calderos calientes.

En todas las materias me iba muy bien, pero no sabía porque razón en pociones me estaba yendo tan mal; mal no es palabra, era pésima en esa materia y me estaba empezando a desesperar.

—Me da mucha lástima —dijo Draco Malfoy, en una de las clases de Pociones— toda esa gente que tendrá que quedarse a pasar la Navidad en Hogwarts, porque no los quieren en sus casas.

Mientras hablaba, miraba en dirección a Harry. Crabbe y Goyle lanzaron risitas burlonas. Harry, que estaba pesando polvo de espinas de pez león, no les hizo caso.

Después del partido de quidditch, Malfoy se había vuelto más desagradable que nunca.

Disgustado por la derrota de Slytherin, había tratado de hacer que todos se rieran diciendo que un sapo con una gran boca podía reemplazar a Harry como buscador. Pero entonces se dio cuenta de que nadie lo encontraba gracioso, porque estaban muy impresionados por la forma en que Harry se había mantenido en su escoba. Así que Malfoy; celoso y enfadado, había vuelto a fastidiar a Harry por no tener una familia apropiada.

— Para tu información Malfoy, yo me voy a quedar en Navidad en el castillo, y no es porque no me quieran en mi casa— le dije a Malfoy una vez que me harté de que molestara tanto a Harry. Después de esto no dijo nada más.

— ¿De verdad te vas a quedar en vacaciones en el castillo Lissie? — me pregunto Harry cuando íbamos saliendo de las mazmorras.

— Si, eso creo, aunque todavía no les he dicho a mis papás, pero les puedo decir que es para hacerte compañía y porque Carlos también se va a quedar, aunque hace mucho que no hablo con él, quien sabe cómo le estará yendo en la vida. Creo que le voy a ir a buscar y preguntarle que tiene planeado hacer en estas vacaciones y así tomar una decisión definitiva de que hacer para poder hablar de todo lo que haya hecho hasta ahora en el colegio...

— Creo que me arrepiento de preguntarte si te ibas a quedar Lissie- interrumpió Harry mi gran monologo con una sonrisa divertida. Yo solo le sonreí, ya que muchas veces pienso en voz alta y digo cosas sin parar.

Encontramos un gran abeto que ocupaba el extremo del pasillo. Dos enormes pies aparecían por debajo del árbol y un gran resoplido les indicó que Hagrid estaba detrás de él.

—Hola, Hagrid. ¿Necesitas ayuda? —preguntó Ron, metiendo la cabeza entre las ramas.

—No, va todo bien. Gracias, Ron.

— ¿Te importaría quitarte de en medio? —La voz fría y gangosa de Malfoy llegó desde atrás—. ¿Estás tratando de ganar algún dinero extra, Weasley? Supongo que quieres ser guardabosques cuando salgas de Hogwarts... Esa choza de Hagrid debe de parecerte un palacio, comparada con la casa de tu familia.

MI QUERIDO PELI ROJO (CHARLIE WEASLEY Y TU)Where stories live. Discover now