CAPITULO 12 (Editado)

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Harry seguía pensando en ese espejo de la otra noche y nos contó que había empezado a tener pesadillas con sus padres.

—¿Te das cuenta? Dumbledore tenía razón. Ese espejo te puede volver loco—dijo Ron, cuando Harry nos lo contó.

Hermione, que volvió el día anterior al comienzo de las clases, consideró las cosas de otra manera. Estaba dividida entre el horror de la idea de Harry vagando por el colegio tres noches seguidas («¡Si Filch te hubiera atrapado!») Y desilusionada porque finalmente no hubiéramos descubierto quién era Nicolás Flamel.

Ya casi habíamos abandonado la esperanza de descubrir a Flamel en un libro de la biblioteca, aunque Harry estaba seguro de haber leído el nombre en algún lado. Cuando empezaron las clases, volvieron a buscar en los libros durante diez minutos durante los recreos. Harry y yo teníamos menos tiempo que ellos, porque los entrenamientos de quidditch habían comenzado también.

Wood nos hacía trabajar más duramente que nunca. Ni siquiera la lluvia constante que había reemplazado a la nieve podía doblegar su ánimo. Los Weasley se quejaban que Wood se había convertido en fanático, pero yo estaba de acuerdo con Wood. Si ganábamos el próximo partido contra Hufflepuff, podríamos alcanzar a Slytherin en el campeonato de las casas, por primera vez en siete años. Además de que deseaba más que nada ganar.

Entonces, durante un día especialmente húmedo y lleno de barro, Wood nos dio una mala noticia. Se había enfadado mucho con los Weasley, que se tiraban en picado y fingían caerse de las escobas.

— ¡Dejad de hacer tonterías! —gritó—. ¡Ésas son exactamente las cosas que nos harán perder el partido! ¡Esta vez el árbitro será Snape, y buscará cualquier excusa para quitar puntos a Gryffindor!

George Weasley, al oír esas palabras, casi se cayó de verdad de su escoba.

— ¿Snape va a ser el árbitro? —Escupió un puñado de barro—. ¿Cuándo ha sido árbitro en un partido de quidditch? No será imparcial, si nosotros podemos sobrepasar a Slytherin.

El resto del equipo se acercó a George para quejarse.

—No es culpa mía —dijo Wood—. Lo que tenemos que hacer es estar seguros de jugar limpio, así no le daremos excusa a Snape para marcarnos faltas.

Cuando terminamos la practica todos se quedaron hablando como siempre, pero yo sabía o por los menos sospechaba lo que estaba pensando Harry de la noticia que nos había dado Wood y creo que no me equivoqué ya que él se dirigió directamente a la sala común de Gryffindor sin siquiera esperarme, ¿De verdad soy tan invisible o menos importante que ni cuenta se da que me dejo atrás sola? Pero prefiero pensar que era por que estaba muy concentrado en sus pensamientos para notarme. Fui detrás de él y lo alcancé cuando ya iba a entrar a la sala común, allí estaban Ron y Hermione jugando al ajedrez. El ajedrez era la única cosa a la que Hermione había perdido, algo que Harry y Ron consideraban muy beneficioso para ella.

Mientras Harry les explicaba yo me senté en uno de los sillones cerca de la chimenea ya que todavía no me había cambiado el uniforme de quidditch y estaba bastante mojada.

Estaba muy cansada así que poco a poco iba cayendo en la inconciencia, hasta que Ron me llamo y me despertó de lo que prometía ser una maravillosa siesta.

—Oye Lissie, tu cumpleaños es en estos días ¿verdad? — me pregunto cuando ya el sueño había dejado mi cuerpecito.

—Sí, es el 10 de enero. ¿Y tú como lo sabes? — le pregunte de vuelta, ya que me sorprendió que él lo supiera, pero luego recordé que cuando éramos más pequeños me la pasaba en la madriguera así que no sería extraño que hubiera ido a una que otra de mis fiestas de cumpleaños.

MI QUERIDO PELI ROJO (CHARLIE WEASLEY Y TU)Where stories live. Discover now