09.

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-Siéntate, yo prepararé todo -dije señalándole uno de los taburetes frente a la barra de la cocina.

Él tomó asiento sin perderme de vista. Me volví hacia las bolsas de comida y de allí saqué un recipiente con lasaña, otro con ensalada y otro con lo que me parecieron raviolis a la crema. Todo tenía una pinta exquisita.

Mientras que yo servía la comida repartida equitativamente en dos platos, por el rabillo del ojo vi como se levantaba con sigilo en dirección a un par de armarios y sacaba de allí vasos, cubiertos y servilletas. Cuando yo coloqué ambos platos sobre la barra, él llegó por detrás mía y terminó de acondicionar el mármol cubierto por un mantel para que pudieramos comer.

-Te dije que te quedarás quieto -le reproché con diversión.

-Sólo quería ayudar -musitó inocente.

Ambos nos sentamos en los taburetes y comenzamos a comer. Él esta vez no deboró el plato como lo hizo en la cena con nuestros padres, pero se notaba que, después de bastantes horas sin comer y con tantos disgustos tras la espalda, acumulaba mucha hambre aún insaciada.

-¿Cuándo comienzas el colegio? -preguntó ladeando la cabeza mientras limpiaba su boca con una servilleta.

-Mañana.

-¿No tienes ganas? -seguro que había notado el gran desánimo con el que le había respondido. Yo negué mostrando una mueca de desagrado- ¿Ni un poquito?

-No echo de menos levantarme todos los días a las seis y media de la mañana, ni los exámenes sorpresa, y mucho menos llegar a casa con una montaña de tareas infinita, así que no, no tengo ganas de volver a empezar.

Él rió divertido.

-¿Y cuál dirías que es la peor asignatura?

-Inglés.

-¿Inglés? -sus ojos se abrieron como platos. Sabía que tendría esa reacción- Pero si es lo más fácil que hay.

-Sí claro -admití con sarcasmo-. Y eso lo dice don perfecto, quién se ha pasado todo su vida allí y domina el idioma a la perfección.

-Bueno, es cierto. Cuando mi niñera de pequeño me enseñaba español, pensaba que era la cosa más dificil del mundo -sonrió terminando el último bocado de su plato. Esperó a que yo también acabara y entonces comenzó a recoger todo mientras continuaba hablando-. Si de verdad te cuesta esa asignatura, podría hablar con tus padres para que me dejaran darte clases. Tengo experiencia en eso, y lo haría totalmente gratis.

-¿De verdad harías eso por mí? -le cuestioné entusiasmada. Él asintió con seguridad.

En realidad mi nivel de inglés no era muy bajo, pero si aquello me serviría de excusa para verlo más a menudo, entonces bienvenidas fueran esas clases extras.

Después de haber dejado la pequeña cocina como los chorros del oro, le comenté acerca de marcharme a casa, pero él se las ingenió muy bien para retenerme allí por un par de horas más. Tras sentarnos en el sofá de dos plazas que había en su salón, sólo fue cuestión de minutos que los temas de conversación entre los dos comenzaran a fluir sin pausa. Hablamos y reímos durante aquel tiempo, me hizo sentir, una vez más, como si realmente lo conociera desde que era pequeña.

Y otra cosa que hicimos, más por insistencia mía que por otra cosa, fue ver fotos que su madre había ido recopilando sobre él durante muchos años en un album. Lo vi de bebé recién nacido, en su tercer cumpleaños vestido de Boody, en su primer concierto de guitarra con siete añitos, el primer día de instituto... incluso había una foto, no muy antigua, en la que él salía junto a un grupo bastante extenso de amigos. Fue ahí cuando le puse rostro a Danielle y a Christian, quienes salían a ambos lados de Liam sonriendo ampliamente.

Te NecesitoWhere stories live. Discover now