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03: Todas las cosas que la gente dice comienzan a jugar con mi cabeza.

Cinco años atrás.

Ashton se acostó finalmente a las doce de la noche. Había estado haciendo su rol de hermano mayor, ayudando a Harry, el más pequeño de la familia, con los preparativos de una exposición.

De paso que tenía todo la rodilla raspada, al igual que rasguños en el brazo izquierdo. Ese mismo día, un poco más temprano, había salido en la bicicleta un rato, pero no tomó en cuenta el bache en el suelo, por lo que su cuerpo no tardó en salir volando de la bicicleta para terminar tirado en el suelo.

Cuando estaba intentando conciliar el sueño oyó un ruido proveniente desde afuera de su ventana. Creyó que había sido una simple ilusión pero cuando cerró los ojos nuevamente, el sonido se hizo presente otra vez.

Se acercó a donde había oído el sonido, o sea su ventana, y cuando lo abrió por poco una de las pequeñas piedras le da en la cara.

—Si vas a hacer eso, evita sacarme un ojo, por favor —pidió al ver quién era la persona que arrojaba las pequeñas piedras.

—Perdón —la delicada voz de Leah retumbó en sus oídos—. Ashton... de nuevo...

Él le hizo una seña con las manos para que esperara y salió por su ventana usando el árbol de apoyo. Por lo menos era un solo piso y si se caía por accidente no dolería tanto.

Una vez llegó abajo sacudió sus palmas y se enfocó en Leah.

—¿Esta vez qué sucedió?

—No lo sé, me desperté porque tenía sed y mamá gritaba acerca de que él era un inutil y estoy segura de que escuché que llamaba zorra a alguien. No sé de quién hablaba —relató. Ashton suspiró profundamente. La situación en casa de Leah no mejoraba y sentía un poco de lástima por ella, apenas con once años le había tocado ver cosas que no debería  haber visto.

Leah estaba consciente de todo lo que estaba sucediendo en su casa y su única manera de no encerrarse en su habitación mientras los gritos la torturaban mentalmente era ir donde Ashton. Él no creía que su actitud era ridícula ni la juzgaba cuando se forzaba a sí misma a no llorar, pero a la final fracasaba.

—Puedes subir un rato, ya sabes, mientras todo pasa —le dijo el rizado. Leah asintió tímidamente—. Ahora, trepa por donde yo bajé y si te caes, tranquila que estaré aquí para agarrarte, cariño.

Y puede que no en ese entonces, pero Ashton sí cumplió su promesa.

En la actualidad.

—Ash, cariño, ¿puedes pasar mañana por Harry y Lauren? —preguntó la madre de Ashton por medio de la línea telefónica. Mentalmente hizo una lista de lo que tenía que hacer: preparar algo decente de almuerzo, ir a la biblioteca a devolver las guías que había usado para su último examen, ir a la universidad (porque su suerte era tan mala que de todas sus horas de clases esa era la única que le tocaba en las tardes).

No se le haría problema buscarlos. Y aunque no tuviera el tiempo, él lo sacaría, pues su familia iba como su prioridad principal.

—Sí, sí puedo.

—Y si buscas a Leah te lo agradecería. Su mamá tuvo que irse de emergencia y ni siquiera pudo decirle que no la iría a buscar. Aunque eso ya debería estar en tu lista de quehaceres —soltó en tono burlón Anne.

—Siento que estás insinuando algo que está lejos de la realidad y que nos desviamos del tema, mamá —observó él. La carcajada de su madre lo hizo rodar los ojos—. No te preocupes, pasaré por todos. Nos vemos en la tarde. Te amo.

Daddy Issues |afi| Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora