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04: Deja de quejarte como una nena.

Cuatro años atrás.

De vez en cuando los papeles se invertían y era Ashton el que caía en esas pequeñas depresiones. Donde sentía que simplemente no podía seguir adelante y se derrumbaba sin más.

Nuevamente se encontraban los dos vecinos en el espacio que separaba ambas casas, sólo que esta era una de esas ocasiones en las que Leah tomaba sus manos para que él se tranquilizara.

Leah se consideraba a sí misma alguien mala para alentar, al menos con palabras, pero podía permanecer sentada junto a Ashton todo el tiempo que fuera necesario si con eso lograba que él se tranquilizara un poco.

—Ash, calma. No te debe importar lo que los idiotas de tu clase digan —le dijo acariciando el dorso de su mano.

Ashton estaba en su último año de secundaria y estaba como loco por terminar, necesitaba alejarse de todas esas personas que detestaba. No habían sido sus mejores años y mucho menos tuvo los mejores compañeros.

—Quiero graduarme y finalmente dejar atrás a todos los idiotas que están en ese salón —exclamó. Dejó caer su cabeza en el hombro de su joven amiga.

La gente se preguntaría por qué un chico de diecisiete años era amigo de una niña de trece. Claro, si estos no conocieran a Leah solamente harían la pregunta. Ella jamás demostraría su edad con su personalidad.

—Ser tarado es un talento natural que poseen muchos hoy en día, Ash. Tú ignora a esos que sólo quieren hacer que pases un mal rato —le aconsejó—. Ellos no pueden ver la gran persona que eres.

—Perdón por molestarte, Leah. Sé que estabas dormida pero necesitaba hablar con alguien.

Leah lo miró e hizo un gesto de ofendida.

—Yo te molesto cada vez que algo va mal en casa, que tú lo hagas de vez en cuando no es mucho problema que digamos —contestó Leah calmadamente.

—Por cierto, ¿tus padres ya llegaron a un acuerdo o siguen con los problemas por el divorcio? —Ashton cambió de tema.

Leah soltó un suspiro y se quedó viendo el suelo.

—Papá quiere mi custodia, mi mamá también. La fiscalía exige que yo elija con quién quisiera quedarme... No quiero que si elijo a uno el otro se enfade conmigo. —Ashton se fijó como tamborileaba con sus dedos en la acera de forma nerviosa.

—Son tus padres, aunque peleen y pase de todo entre ellos, te quieren, si puede que el que no elijas se va a sentir mal, pero no te va a dejar de querer, Leah —dijo en un tono bajo—. Para eso están los padres, se supone que te deben amar pese a todo.

Y cómo no notar ese tono nostálgico en su voz. Esa afirmación iba más a allá de ser una respuesta para Leah, fue más como una afirmación para sí mismo.

—Ashton —lo llamó.

—¿Sí?

—¿Nunca has sentido las ganas de convivir con tu verdadero padre? —preguntó tímidamente—. Si te molesta, no debes responder.

Un resoplido se escapó de sus labios.

—Un par de veces, sí. Por más que no quiera que mamá se dé cuenta, por años me ha jodido saber que él se fue por cuenta propia. —Cerró sus ojos con fuerza, intentando reprimir los pensamientos que había tenido por años—. Pero a fin de cuentas, supongo que si se marchó, algún motivo debió haber tenido.

—Al menos tu padrastro supo cumplir un mejor rol de padre, ¿no?

—Lo ha sido con mis hermanos, así que le agradezco mucho —confesó. Leah volteó a verlo frunciendo el ceño.

Daddy Issues |afi| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora