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13: Lo juro.

Un año atrás.

Cuando Ashton había estado enfermo, unos dos meses antes, él le había dejado a Leah una copia de la llave de su pequeña casa, ya que decía que no podía ni levantarse de su cama para ir a abrir la puerta.

Leah conservó la llave aún después de que Ashton mejoró, pero él tampoco se la pidió de regreso, por lo que pensó que no sería realmente importante si se la quedaba o no.

Después de pasar su tarde con Ashton, había regresado a su casa sintiéndose somnolienta, por lo que ni tomó la molestia de sacar su teléfono de su pequeño bolso de lado gris y ponerlo a cargar.

Al día siguiente, cuando despertó, casi a las doce del mediodía, buscó por inercia su teléfono en la mesa de noche, pero luego recordó que ni siquiera lo había sacado de su bolso.

Con pereza, y aún con los ojos entrecerrados, se levantó lentamente de la cama para buscar su teléfono.

Terminó vaciando su bolso para darse cuenta de dos cosas:

1. Tenía demasiadas cosas inútiles tiradas en ese bolso.

2. Su teléfono no estaba ahí.

Esa tarde fue a casa de Ashton sin avisar, no tenía teléfono para hacerlo. Al llegar, tocó el hombre varias veces y cuando este no sonó, recordó cuando Ashton se quejó diciendo que su timbre se había dañado y sólo anunciaba cuando le pegaba la gana.

Buscó en su bolso la llave de la casa de Ashton —esta estaba incluida en el montón de cosas de su bolso— y abrió la puerta.

Cerró la puerta con cuidado, pues nunca le había gustado cuando las personas las tiraban.

Oyó movimiento en la cocina, por lo que dio por sentado que Ashton estaba en la cocina. Cuando se asomó un poco por el umbral, deseó no haberlo hecho.

Pequeños jadeos se les escapaban a Ciara y a Ashton mientras se besaban calurosamente. Se veía claramente una de las manos de Ashton sobre el trasero de su novia, apretándola contra sí, mientras que  ella pasaba su mano por su pecho y la otra la llevaba más abajo, dejándola fuera de la vista de Leah, pero por los jadeos que daba Ashton, no se le hizo difícil deducir qué estaba tocando su mano.

—Ashton —gimió una de las manos del chico acunó su pecho y dio un apretón.

Leah hizo una mueca de desagrado, no porque fuera una mojigata que no sabía nada respecto a esas cosas, sino porque en verdad le desagrada ver a Ashton manoseando a Ciara. Mucho menos ver que ella hacía lo mismo que él.

En un movimiento rápido, ya las piernas de Ciara rodeaban la cadera de Ashton y este se había dado la vuelta, dejando a su novia sobre la mesada de la cocina.

Leah supo que era hora de desaparecer de la escena cuando oyó frases referentes a cuantos deseaban en ese instante uno al otro.

Tuvo suerte que su teléfono se había quedado en el sofá, por lo que lo tomó y, tratando de no hacer ruido, volvió a la puerta para poder irse y fingir que no había visto ni oído nada. Fingir que no había sentido ni una pizca de celos por Ciara en ese momento.

Cerró la puerta suavemente y se alejó de esa casa tan rápido como pudo.

Era obvio que Ashton siempre se iría por las universitarias, todas con mejor cuerpo y más actitud que Leah. Cada vez le quedaba a Leah más claro que su lugar estaba como la amiga de Ashton que hasta podía pasar por su hermana menor.

En la actualidad.

Ashton soltó un quejido de dolor, su espalda dolía y ni hablar de su cabeza, que palpitaba horrores, tanto que hasta su propio quejido por su caída había dolido.

Se levantó como pudo del suelo preguntándose cómo demonios había terminado en ese estado. Tenía meses sin una resaca tan jodida sin siquiera salir de su casa.

Recordaba que a final de la mañana, Karin había llegado a su casa con un par de botellas de vodka, Ashton se burló de su amiga, diciéndole que era demasiado temprano como para embriagarse. Sin embargo, no la echó ni nada, más bien la invitó a pasar.

Ella llegó justo cuando Ashton se acababa de levantar y abrió la puerta únicamente con un pantalón de chándal negro, este colgaba de sus caderas y dejaba ver su V.

No le importó mucho que Karin estuviera ahí y lo viese en ese estado.

Cuando le preguntó que qué hacía en su casa a esa hora, ella respondió que había terminado con su novia y que sólo tenía ganas de embriagarse con alguien de confianza. Karin era «bisexual», aunque Ashton dudaba de eso, ella probablemente se había ligado más chicas que Luke en sus buenos días, mientras que chicos, Ashton los podía contar con su mano izquierda y le sobraban dedos.

Recordaba distantes imágenes de Karin al borde del llanto abrazándolo, lamentándose por su reciente ruptura, diciendo que más nunca volvería a entregarle su corazón a mas nadie.

Si la vida le había enseñado a Ashton algo, era que era ligero de copas. Su resistencia al alcohol era poco, aún más cuando se trataba del vodka más barato de la tienda —qué irónicamente no sabía tan mal— y que lo habían tomado así tal cual, sin mezclarlo con nada para evitar llegar al estado de embriaguez.

Otra imagen bastante peculiar fue cuando Karin y él comenzaron a participar en un intenso beso. Sus manos tocando por doquier, todo lo que estuviera al alcance. Pronto, cuando la ropa parecía que estaba a punto de desaparecer, Ashton detuvo el beso con unas simples palabras.

«Lo siento, pero tú de verdad no deseas esto y a ti sí te veo solo como una amiga».

En sí esas eran las imágenes borrosas en su mente. ¿De verdad había bebido tanto sin siquiera salir de su casa?

Ashton puso a hacer café en la cafetera y vio la hora en la pequeña pantalla del microondas. Ya casi eran las once de la noche. Había pasado gran parte del día durmiendo.

—Demonios, mi cabeza —gruñó cuando la alarma en su teléfono comenzó a sonar, siendo un recordatorio viejo que, por accidente, había puesto la fecha errónea—. Maldito alcohol, juro no tomar más nunca —se prometió a sí mismo en vano. Todos decían eso en las tardes de resaca, pero nunca era verdad.

N/A

Acaban de leer el lado celoso de Leah siendo más chica y el lado de Ashton resacoso.

Ahora, sólo piensen en la escena de Ashton abriendo la puerta como se la abrió a Karin.

Amén, señor, rezo por una escena así en mi vida.

Lol

Daddy Issues |afi| Where stories live. Discover now