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09: Cuida tus espaldas.

Seis años atrás.

La arena acariciando sus pies, la brisa alborotando su cabello que apenas y pasaba sus hombros, el sonido de las olas ir y venir.

Definitivamente a Leah le encantaba la playa y la sensación de tranquilidad que le daba.

Sin embargo ese día Leah sintió una pequeña presión en su pecho, metafóricamente hablando. No sentía esa cercanía con sus padres como era común, tenía una extraña sensación que no le agradaba.

Cuando se fue a bañar a la playa primero fue con su mamá y luego con su padre, ambos por separados. Usualmente, cada vez que iban a la playa los tres juntos era el momento ideal para compartir como una familia.

No vio a sus padres compartir un helado como en su mente recordaba de ocasiones anteriores.

—Papá, ¿puedes comprar helado? —preguntó Leah. Ella nunca se negaría a un helado, pero en ese instante su prioridad era buscar la manera ella misma de conservar ese recuerdo en su mente. Absurdo, pero ella lo necesitada.

—Eh, claro, compraré tres.—El hombre de ojos verdes le dedicó una sonrisa. Leah era la viva imagen de su padre, ojos verdes brillantes, una tez olivacea y cabello negro.

«Misión fallida», pensó ella.

Le sonrió a su papá y se sentó en la arena. Comenzó a hacer trazos en esta con su dedo índice, mientras esperaba el helado.

Su madre acarició el cabello de Leah mientras ella jugaba en la arena. Rogaba porque su hija no se diera cuenta de la realidad que estaba atravesando su familia. Leah era pequeña y no debía notar que su hogar no era el mismo al de hace un año atrás.

Su padre llegó con su helado, el de Leah y el de su madre. No hubo risas felices, tampoco las cariñosas caricias de sus padres, ni siquiera uno de esos cortos besos que solían darse que hacían que Leah pusiera una mueca de disgusto.  Simplemente ese viaje a la playa desvaneció todos los buenos recuerdos que tenía de aquel hermoso lugar.

Porque los malos recuerdos podían llegar a ser más fuerte que aquellos buenos.

Una vez en el auto de regreso a casa, Leah dejó caer su cabeza en el vidrio y cerró los ojos.

¿Lo peor de todo? Que ella no entendía qué pasaba, se hacia una ligera idea, más no sabía qué sucedía exactamente.

—Debiste haber sido más cariñoso hoy con Leah —habló su madre en un tono bajo. Quizás pensó que así Leah no escucharía.

—Lo fui, puede que esa hayas sido tú pero prefieras echarme la culpa —respondió su padre a la defensiva, eso sí, usando un tono bajo.

—Es nuestra hija, ni siquiera debería estar metida en nuestros problemas —dijo ella. Su esposo suspiró pesadamente y rodó los ojos.

—Como sea, dejemos de que no quiero que Leah se despierte y nos oiga. Tú misma lo dijiste, ella no debería estar metida en nuestros problemas.

Una sola cosa pasó por la mente de Leah en ese instante:

¿Qué clase de problemas hablaba su padre?

En la actualidad.

El paseo a la playa del que Ashton y Leah habían hablado sí se iba a llevar a cabo.

Iban todos en el auto de Calum; éste manejaba, Mike iba en el asiento del copiloto, atrás Luke en una de las puertas, Meghan en el medio, y como Leah y Ashton eran los que tenían más confianza, Ashton iba sentado al otro lado con Leah en su regazo.

Daddy Issues |afi| Where stories live. Discover now