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Tres años y ocho meses atrás.

Ashton estaba haciendo su mayor esfuerzo por leer Troya, el libro lo confundía y no entendía la mitad de las palabras que habían ahí. Todo porque su final de literatura iba a ser  sobre ese libro, o al menos gran parte.

Sería vergonzoso para él aprobar el final de Geometría y Física casi con la nota máxima, mientras que estaba luchando con Literatura. No era difícil de adivinar que había aprobado todo el año aquella asignatura gracias a Luke, que le hacía los trabajos a cambio de que Ashton le diera las respuestas en Geometría.

Estaba tan metido en intentar pronunciar correctamente el nombre de la esposa de Héctor, que los ruidos afuera de su ventana ni siquiera llamaron su atención. Lo único que logró sacarlo de su propio mundo fue cuando algo impactó bruscamente contra el marco de su ventana.

—¿Qué carajos? —musitó poniéndose de pie para acercarse a la ventana.

No fue mucha la sorpresa que al abrir esta vio a Leah abajo con una cara que no demostraba alegría por ningún lado. Sin duda eso le preocupaba.

—Tienes una muy mala puntería, cariño —habló asomándose. Leah suspiró aliviada de que Ashton sí estuviera en su casa. Eran ya las ocho de la noche y necesitaba hablar con alguien, además, sólo tenía confianza con él y su amiga, Meghan, pero ella vivía un poco mas lejos y no la dejarían salir a esa hora.

—Si tuviera buena puntería entonces hubiera roto tu ventana, Ashton —contestó elevando un poco su voz para que él alcanzara a oírla bien—. ¿Puedo subir?

—Lo harías de todas maneras, Leah —alegó el rizado—. Pero ten cuidado, no quiero que te lastimes o algo por el estilo —advirtió antes de que su amiga comenzara a trepar por el árbol que daba hacia la habitación de Ashton. Cuando ya estaba cerca, él la ayudó a entrar en su habitación, tratando de evitar que ella se golpeara debido a que su ventana no era muy grande precisamente.

—Deberías comprar una escalera —suspiró y se alejó un poco de Ashton, que seguía con sus brazos alrededor de ella. Él la soltó tardíamente al notarlo—. Perdón por lo de las piedras, pero te escribí y llamé un par de veces y no me respondías, así que fue lo primero que pensé que serviría.

Ashton rodó los ojos, queriendo lucir divertido, cuando en realidad estaba era preocupado por el estado de Leah.  Ella en otra ocasión hubiese simplemente subido a la habitación de Ashton, sin preocuparse en lo que éste estuviese haciendo.

—Tranquila, cariño. ¿Qué te sucede? No pareces Leah.

—Ashton... Debo de decidir —murmuró con su voz sonando quebrada.

—Demonios —masculló por accidente. Debía de apoyar a Leah, no reaccionar así—. ¿Y lo has pensado ya?

Leah suspiró y asintió con la cabeza. Pero antes de responder se acercó a la cama de Ashton y se sentó en el borde.

—Sí, creo que ya lo decidí, pero no sé cómo se vaya a tomar mi papá que no quiero vivir con él. —Jugaba con sus dedos sobre su regazo, un claro signo de nerviosismo—. ¿Crees que se enojará mucho conmigo?

Ashton suspiró pesadamente. Debía elegir con mucho cuidado sus palabras, pues sabía que Leah se sentía mal y lo menos que él quería era hacerla sentir peor con sus palabras.

—Ay, pequeña —susurró y se sentó a su lado. Ella no tardó en rodear su torso con sus brazos, escondiendo su rostro en el pecho de Ashton—. Tu papá debe entender que prefieres vivir con tu mamá, es mas fácil para ti vivir con una mujer y más que ahora es que vas a comenzar la adolescencia, y créeme, las madres son las mejores ayudando en eso —respondió mientras le acariciaba la espalda—. Tú tomaste tu decisión y sea cómo sea, él debe de respetarla. Al final de todo nunca dejará de ser tú padre y de quererte a más no poder, y viceversa.

—Gracias, Ashton —dijo contra su pecho, sintiéndose mucho más reconfortada al estar entre los brazos de él.

Lo que Ashton puede que no haya entendido en ese momento era que Leah no le daba las gracias por simplemente dejarla desahogarse. Ella estaba agradeciéndole por todo, por durante tres años ser el mayor apoyo de ella.

En la actualidad.

Leah recibió tres mensajes de Ashton en la tarde.

Leaaaah :(
¿Puedes venir a casa? Por favor.
Me siento del carajo.

Se había sentido tentada a no responderle, ignorar los mensajes de Ashton hasta que su enojo (o celos, como decía Meghan), desapareciera.

Sin embargo, no tenía la suficiente fuerza de voluntad para ignorar a Ashton diciéndole que se sentía mal.

¿Qué tienes, Irwin?

Ella bien sabía que lo que Ashton sentía era una gran resaca, pero si fingía que no había ido a su casa y que no había oído esas palabras de parte de él, puede que no se acordara.

Una horrible resaca. Siento que cada ruido me taladra el cerebro. Deberías apiadarte de mí así como lo he hecho yo de ti. :(

Mentira no era eso, Ashton era el que había cuidado a Leah en sus pocas resacas.

Aggg, está bien, voy a tu casa😪😪🙄

La respuesta de Ashton no tardó en llegar.

Gracias, cariño.
No sé qué haría sin ti.

Suspiró y se preparó mentalmente para ver a Ashton. Ahora estaba nerviosa de verlo. Ni siquiera tenía una explicación lógica de su reacción ante lo que Ashton le dijo.

Si de por sí tenía tiempo sintiéndose confundida por Ashton y ahora su mente era todo un caos.

Quería a Ashton. Demasiado. Eso se lo admitiría a cualquier persona. Y es que él la había visto en sus peores momentos. Fue parte de esa etapa en su vida donde sentía que no podía confiar en nadie y que todo era efímero. Sin duda el amor que sentía por Ashton era muy grande.

Pero no sabía si era un amor nada mas fraternal o iba más allá de eso. Y le daba tanto miedo arriesgarse a descubrir lo que sentía realmente.

Daddy Issues |afi| Where stories live. Discover now