3. Supervivencia

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SUPERVIVENCIA

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Vendí mi alma a un traje de tres piezas, y me dijo que era sagrado. Él me mantiene sobre mis rodillas, pero es el diablo el que intenta hundirme.

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Una de las sillas de pesada madera se rompió a medio metro de él, pero no tembló. Estaba distraído, viendo como dos alfas se destrozaban entre sí, con potentes gruñidos naciendo desde las profundidades de su pecho en cada ataque. Él estaba contra una esquina, la espalda pegada a la pared mientras Ashton lo cubría con su cuerpo. No tenía idea de por qué se originó la pelea, apenas podía ver entre el cuerpo del sirviente, que era más alto que él, y el de Benjamin que intentaba lidiar con el asunto. Lo único que procesó su organismo fue el intimidante olor de lo alfas, las violentas feromonas en el aire, y el asqueroso aroma de ese vino que todo el barco parecía estar tomando.

Cerró el puño sobre la manga de Ashton para llamar su atención, y lo sintió temblar. Claro, porque él también lo estaría haciendo si no tuviera el cansancio anclado en el alma. Tenía frío, y la madera lastimaba sus pies descalzos. La ropa que se colocó en la mañana yacía rota en la cabina donde Benjamin lo había llevado durante los últimos cinco días. Encima tenía un camisón de Benjamin, y apestaba tanto a este y el vino, que deseaba vomitar.

—Ash, no me siento bien... —murmuró, el frío colándose en su piel y haciendo que respirar fuese muy difícil.

Pero el muchacho estaba escuchando unas distantes órdenes, y luego tras asentir a estas, tomó la mano de Harry, siempre manteniéndolo tras de sí, y corrieron por el borde de la pared hasta las escaleras que iban directamente a las habitaciones. Desafortunadamente Harry no resistió la agitada carrera por las escaleras, y Ashton tuvo que rodearle la cintura con un brazo, cargar su peso en los hombros para llegar a la habitación del rizado y encerrarse ahí.

Harry seguía sintiendo frío y, sin embargo, el sudor resbalaba por su espalda.

Ashton también transpiraba, pero por todo el esfuerzo físico que había hecho desde que se inició la pelea abajo con los alfas, y porque sinceramente estaba muy preocupado por el menor.

—Creo que voy a desmayarme... —Aseguró Harry, abrazándose a sí mismo.

—No..., no. —Se apresuró a decir All, y con la confianza que se había tejido entre ambos durante esos días, le sacó el gran camisón a Harry, dejándolo desnudo, y cargando de nuevo con su peso lo llevó hasta el baño, donde le ayudó a entrar en la bañera. Rápidamente fue hasta la caldera y consiguió poner a calentar un balde de agua, mientras que llenaba otro de agua templada para tener una temperatura que no lastimara la piel de Harry.

—Todos los alfas apestan a ese horrible licor... —Tiritó el pequeño desde la bañera. La cerámica le hacía temblar—, me enferma ese olor, no lo soporto...

Entre todo el ajetreo, Ash intentó seguirle la conversación, para evitar que se desmayara como en otras ocasiones.

—Lo sé, mi lord. Es un olor extraño, me parece a algo, pero no tengo idea aún... —Iba diciendo, mientras se las arreglaba para levantar los baldes sin quemarse las manos, sujetó las asas mediante un trapo, y llenó la bañera.

Harry soltó un suspiro de alivio al sentir el calor, últimamente esa era la única forma de obtener algo de temperatura en el cuerpo. No sentía más que frío, a todas horas, sin importar cuántas frazadas y ropa tuviera encima.

Príncipe. » l.s | YA EN TIENDAS|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora