46-. Consecuencias

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CONSECUENCIAS

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"Te has ido, ido, ido, te vi desaparecer. Todo lo que queda es un fantasma de ti. Ahora estamos destrozados, destrozados, destrozados. No hay nada que podamos hacer."

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La pesada niebla del sueño fue elevándose, como si una necesidad que nacía en su pecho y enviaba corrientes frías a su nuca, le indicara que debía renunciar al descanso y estar alerta. Louis sentía que una porción de reconfortante calor se perdía de su cuerpo, y por instinto se removió un poco en la cama buscando recuperar la comodidad y retornar el curso de la tranquila noche.

Temblorosos dedos se cerraron apenas en su hombro y le sacudieron. Escuchó un hipido y nuevamente lo movieron, esta vez con menos fuerza. La piel que lo tocaba estaba fría, pero fue el sonido de la quebrada voz lo que le hizo despertar.

—Louis...

Frunció el ceño, percatándose que su sueño estaba definitivamente perturbado. El control de su cuerpo fue difícil de encontrar, y con un movimiento pesado, frotó sus párpados para ser capaz de apartar el entumecimiento que los mantenía sellados. Le tomó varios segundos conseguir enfocar la vista, siendo que el dormitorio se hallaba únicamente iluminado por las agonizantes llamas de un candelabro que ya se consumía.

Harry se encontraba sentado a su lado, con la espalda apoyada contra los almohadones y las sábanas de la cama resbalando de sus hombros. Tenía el cabello revuelto, con rizos alborotados y esponjosos, como cuando pasaba noches en vela y daba demasiadas vueltas sobre la cama.

—¿Sucede algo, amor? —preguntó con la voz pastosa y recortada, se aclaró la garganta al tiempo que conseguía enderezarse y estar a la altura del omega. Miró un momento hacia la ventana y vio algunas gotas adhiriéndose al cristal visible a través de la apertura de las cortinas. Volvió el rostro hacia Harry y todo aturdimiento le escapó del cuerpo cuando reconoció el rastro húmedo sobre las mejillas del menor—. Harry...

—Tuve una pesadilla—explicó titubeante cuando Louis abrió los brazos para él. Se refugió en su pecho, sintiendo su calidez directamente de la piel desnuda—. No quería...—sorbió, suspirando temblorosamente mientras Louis le acariciaba la espalda, la punta de sus dedos delineándole el contorno de la columna—, no quería despertarte, pero fue horrible...

Lo sostuvo suavemente contra sí, sintió la angustia viajando hacia él, aunque no podía comprenderla del todo. Harry se aferró a él, sus temblorosos labios le rozaban la base del cuello, su mejilla le humedecía el hombro.

—Está bien, amor. Sólo fue un mal sueño... ¿Deseas hablarme sobre ello? —susurró, acariciándole despacio la nuca y enredando los dedos entre sus rizos. Harry negó rápidamente, y Louis decidió que no lo presionaría a ello—. Entonces volvamos a dormir, necesitas descansar adecuadamente y por la mañana quizá ya no recuerdes nada.

—¿Podemos salir de la cama? —preguntó, alejándose un poco y apoyando las manos en los hombros del alfa—. No creo poder volver a dormir y estoy helado—titubeó, lo que accionó las manos de Louis, que le frotaron la espalda y los costados.

—Si tienes frío, no tiene mucha objetividad que salgas de la cama. Amor, aquí tienes el calor de las sábanas, me tienes a mí.

—Entonces ven conmigo afuera. A una de las salas, la biblioteca o cocina—insistió, y se estrujó las mejillas para apartar los restos de las lágrimas. Louis le sujetó las muñecas y enjugó la humedad con dedos pacientes y gentiles—. Por favor, Lou... No quiero dormir ahora. Volveré a tener el mismo sueño. Quiero tomar algo, quiero caminar.

Príncipe. » l.s | YA EN TIENDAS|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora