La familia perfecta

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(Por: Abi)


—Abi, si necesitas alguien con quien hablar después de esto, sabes que puedes venir a mi casa en cualquier momento —dijo Ale cuando llegamos a mi calle—. Tiene sentido que no quieras hablar con Vivian o Mayra, pero yo entiendo lo que estás pasando.

—Lo tendré en cuenta —dije, esperando que dejara de insistir.

No era lo mismo en muchos sentidos.

Lo que más había afectado a Ale del divorcio de sus padres es que ellos eran la imagen de la pareja perfecta: hermosos, jóvenes, divertidos y ricos. Estaba segura de que Ale había querido exactamente lo mismo para ella cuando llegara el momento, hasta que la ilusión se rompió. Sus padres no eran la pareja soñada, y ella quedó atrapada en el fuego cruzado intentando proteger a su hermana menor de cada pelea con los abogados. Su mundo perfecto se había venido abajo desde el momento en que vio a su padre besando a otra mujer.

Mi mundo, sin embargo, nunca había sido perfecto. Mis padres no se odiaban, pero tampoco parecían llenos de un amor desbordante. Era más como ver dos personas colaborando mutuamente en una empresa. Nunca los vi celebrar un aniversario, salir a reuniones juntos, o siquiera darse más de dos besos en un año. Si mis padres se amaban, lo disimulaban muy bien. De todos modos, no era algo que me hubiera preguntado antes porque la respuesta no cambiaba mucho en mi vida.

Ciertamente, me molestó ver a papá con esa mujer, pero fue como ver a Axel Cruz besando a Mariana frente a todo el colegio después de dejar abandonada a Ale unos minutos antes. No era la acción en sí misma, era la mentira lo que me indignaba. Sobre todo viniendo de un hombre que me enseñó que la honestidad es importante, el mismo que tenía una pequeña escultura de Pinocho en su estudio y me dejaba jugar con ella cuando me portaba bien.

—Eres una chica fuerte, vas a superar esto —me aseguró Ale cuando nos detuvimos frente a mi casa—. Al menos no tienes hermanos.

Me dio un abrazo y se fue caminando hacia la suya, a solo dos cuadras.

Cuando entré a la sala, mis padres estaban discutiendo algo en voz baja. Era evidente que no habían ido a trabajar ese día y me estaban esperando.

—Abi, queremos hablar contigo —empezó a decir papá.

No me digas.

Dejé mi mochila junto al sofá y me senté con los brazos cruzados en mi mejor actitud desafiante.

—¿Se lo has contado ya? —Fue todo lo que logré decirle sin estallar.

—Tienes que entender algo primero...

—Mira papá, no quiero escuchar tus motivos, solo...

—Abi, por favor —insistió mamá. Tenía los ojos rojos, así que ya debía saberlo.

—No me importa con quién te acuestes —aseguré—, solo esperaba más de ti que engañar a mamá de esa forma.

—Abi...

—Me da igual, en serio. Te recomiendo que empieces el divorcio ahora mismo, pero en realidad no tienes por qué escucharme.

—La verdad, Abi, es que iniciamos los trámites hace dos meses —me interrumpió mamá.

La sorpresa de la noticia me dejó en silencio por un minuto entero.

—Iniciaron...el divorcio —repetí, tratando de ganar tiempo hasta que la idea me calara—, perfecto, ya veo, tú lo sabías.

—Esto ha sido de mutuo acuerdo, Abi —afirmó mi padre.

Mamá apretó los labios. Había visto esa expresión las veces suficientes como para poder reconocerla.

PROHIBIDO tener citasWhere stories live. Discover now