Tirar un dado

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(Por: Abi)

Sí, sí, soy un desastre debatiendo conmigo misma, perdí mi propia discusión. Si alguien se llega a enterar que vine a disculparme con Axel Cruz...no, mejor no pensar en eso.

—¿Alguna idea, Abigail?

¿Dónde diablos está el chapulín colorado para sacarte de estas situaciones cuando lo necesitas? Ah, diablos, murió.

Me estaba devanando los sesos en busca de las respuestas a las preguntas de Axel. Eran preguntas simples, si uno se paraba a pensarlo. Una mudanza, una canción, un color...

Me decanté por la opción más fácil. Un color favorito. No podía ser tan difícil. Al menos se podía descartar el rosa.

¿El azul? Al 90% de chicos que conocía les gustaba el azul, aunque la psicóloga dijera que era un color asociado a la depresión (reitero mi convicción de que la mujer es un poco inútil, ¿por qué diablos le dirías eso a un adolescente con depresión?).

Había muy pocas cosas azules en la habitación de Axel. De hecho, todas las paredes estaban pintadas de un color diferente y ninguno era azul.

Recuerda, Abi. ¿Había mencionado alguna de mis amigas la preferencia de Axel por algún color?

Mi cabeza hacía alguna asociación con el gris, pero sospechaba que era porque el gris se convertía en el nuevo color favorito de las admiradoras de los ojos de Axel. Quizás también se podría incluir el verde para las que echaban un vistazo de cerca.

—¿El azul? —Probé de todos modos.

—El rojo —atajó él, señalando unos posters—. Es el color de la sangre, por eso me encanta Tarantino. El color de la pasión, ahí tienes a Almodóvar. Y esa claramente es Rojo, de la trilogía de Kiéslowski.

En mi defensa, solo uno de los posters era rojo.

Intenté ocultar mi asombro por todos los medios. Un chico que sabía de directores de cine. No conocía a ninguno de ellos, pero sonaban importantes, creo que incluso los había escuchado ser mencionados en los Óscar.

Pero qué diablos estaba diciendo. ¡Era Axel Cruz!

Me pasé el siguiente minuto recordando que era experto en engatusar a la gente.

—Bien, tal vez no presté atención a los que mis amigas decían de tus gustos, pero eso no...

—Puedes intentar preguntarles ahora mismo —dijo Axel como si no importara—. Apostaré que ninguna lo sabe. Si aciertan, será solo de casualidad, nadie te dirá por qué. Ni siquiera sabrían que mi equipo de fútbol favorito es el Arsenal, cuyo uniforme también es rojo.

Me picaban las manos para sacar el celular y preguntar, pero decidí mantener la dignidad y solo mirarlo enojada.

—Cuando vuelvas a casa —siguió Axel—, podrás comprobarlo.

—Tiene que haber alguien —intenté discutir—, tal vez no mis amigas, pero has salido con tantas chicas que...

Axel empezó a negar desde que abrí la boca.

—Nadie sale conmigo, Abi, todas salen con Axel Cruz, el chico malo que les romperá el corazón o será el amor de su vida —su voz destilaba tanto sarcasmo que retrocedí—. Es como tirar un dado.

—¿Me estás diciendo que puedes hacer que alguien se enamore de ti sin saber nada de ti?

Repasé en mi cabeza las cosas que había escuchado de Axel Cruz, pero todas eran adjetivos como: encantador, amable o divertido. Creo que escuché alguna vez que le gustaba la pizza, lo cual no servía de nada, porque a todo el mundo le gusta la pizza.

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