Ascender a cretino

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(Por: Axel)

—¿Que tú vas a hacer qué?

—Me escuchaste bien, no me hagas repetirlo solo para efecto dramático.

—O porque tenía la esperanza de no haber escuchado bien.

Franco dejó su tarea de matemáticas a un lado y me lanzó su mejor mirada burlona.

—¿Sí sabes de que las chicas esperan regalos como peluches y flores? Me parecía que eras consciente de eso.

—Pero este es un regalo especial.

—No creo que ni siquiera en India, donde son sagradas, eso se considere especial.

—Oh, vamos, no seas dramático. Le va a encantar, y me perdonará, ya verás.

—Ya sé que Abi tiene unos instintos asesinos bastante desarrollados pero realmente no veo cómo eso hará que te perdone.

—Eso está por verse.

Esa última frase es la que me vino a la cabeza, parado frente a la casa de Abi, tocando el timbre.

Afortunadamente, no abrió ninguno de sus padres, sino Abigail Lester en persona. Estuvo a punto de cerrarme la puerta en la cara, pero después de tantas chicas molestas conmigo, tenía práctica sosteniendo puertas.

—Hola, te traje esto.

Quizás fue el color sanguinolento, o el ojo de vaca que giró en su dirección, el caso es que se detuvo.

Y luego, bendita sea mi suerte, empezó a reírse.

—Estás haciendo toda tu cosa de chico malo misterioso otra vez, Axel. Disculpa si te odio un poco.

—Acepto tus disculpas si aceptas las mías. No hago esto muy seguido, así que quizás no lo haga bien, pero...

Abi me rodó los ojos y se reclinó sobre el marco de su puerta. Todavía me miraba como si quisiera atravesarme con una katana, pero parecía dispuesta a escuchar.

—Abi, por favor, sé que la cagué y creo que te debo como cinco millones de disculpas, así que pensé que era mejor empezar hoy.

—Necesitarías más de diez años para completarlas, incluso con mil disculpas diarias —respondió después de pensarlo unos segundos.

—¿Siquiera es legal que seas tan buena en matemáticas?

—No es un cálculo muy enrevesado. Con mil disculpas diarias, harías trescientos sesenta y cinco mil al año. Incluso considerando que tuvieras tres años bisiestos, solo llegarías a tres millones seiscientos cincuenta y tres mil en diez años.

—Bueno, nunca se sabe, quizás mañana descubren la fuente de la vida eterna y así puedo lograrlo. En honor a esa posibilidad ¿podrías disculparme?

—¿Por qué lo haría?

—Porque tú entiendes que somos amigos. Y me gusta eso de ti, me gusta que seas mi amiga, me gusta no estar pensando todo el tiempo en formas de seducirte, me gusta que podamos pelear de forma inteligente...y con todo, lo arruiné. ¿No es irónico?

—Solo un poco.

—Entonces....de verdad siento lo del primer beso. Te prometo que cuando aparezca el chico con el que quieras tu segundo beso, voy a hacer todo lo posible porque sea perfecto y compensártelo. Le daré consejos si es necesario.

PROHIBIDO tener citasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora