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Yo fui quizás la única persona que a sus catorce años tuvo que usar un "Teena"
Pasó un día que fui de compras con mi padre al supermercado, me bajó antes de lo debido, así que tuve que usar el sanitario del establecimiento. Al notar la presencia de la Doncella, llamé a mi padre por celular, yo andaba en un pantalón blanco para variar.
—Papá, me vino la regla —le dije, intentando hablar lo más bajo posible.
—¿Qué dices, hija? Habla más fuerte que no se oye.
—¡Papi, que me vino la regla!
Había interferencia en ese espacio, mucha interferencia.
— ¿Qué?
—¡QUE ME VINO LA REGLA! —dije tanto alto como fue posible.
—¡Ah, ahora sí entendí! No te preocupes, hija; ya sé lo que necesitas —se notaba mucha comprensión en su tono de voz.
Aliviada me quedé esperando un rato más, al cabo de varios minutos, "algo" fue lanzado contra la puerta, seguido de un susurro muy escandaloso.
—Ahí le traje.
—¡Gracias, papi! —dije antes de abrir la puerta y tomar aquella bolsa.
Para mi sorpresa adentro había un paquete de pañales "Teena" para la incontinencia... ¡Yo necesitaba toallas y mi papá me trajo pañales!
No teniendo más qué hacer... me los puse, no sin antes preguntar qué le pasaba a mi papá por la cabeza.
Gracias a la interferencia, papá confundió la palabra "regla" con "diarrea"
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