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Cuando estaba en sexto año de primaria la maestra nos tenía sentados por equipo y pues, me tocó con dos hombres: mi mejor amigo y mi crush.
En ese momento estábamos haciendo un trabajo y nos hacían falta hojas blancas, luego recordé que tenía una en la carpeta de mi mochila. Por cierto, ese día mi madre me había dicho que guardara las toallas femeninas en una bolsa para evitar accidentes, pero yo no le hice caso, así que eché las toallas femeninas tal cual a la mochila.
Volviendo con el tema de la carpeta; cuando quise sacarla, ésta estaba muy atorada. Tuve que hacer mucho esfuerzo al tirar de ella, y cuando logré sacarla... una toalla femenina salió volando.
Mi mejor amigo y mi crush solo se me quedaron viendo y mi cara se tornó de mil colores. No sabía qué hacer. Corrí a levantarla y se la di a mi mejor amiga para que la guardara.
Cuando regresé a nuestra mesa, ellos seguían viéndome raro, de modo que me limité a no verlos directamente.
Poco después me enteré del apodo que me habían puesto. Adivinen.
LA CHICA DE LA TOALLA VOLADORA.
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