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Sucede que estoy en un colegio que antes era solo de señoritas, pero dos años antes de que entrara dejaron ingresar hombres. Pasó que tenía dos compañeros en mi curso, los cuales cuando iban a la enfermería era para saltarse clases.
Un día teníamos examen de matemáticas, y este muchacho no había estudiado, así que para evitar el examen fue a ver a la doctora. Regresó dos horas después con el justificante, de modo que la inspectora lo llamó para amonestarlo debido a su falta a Matemáticas. También me llamó a mí porque tenía que darme un encargo para mi madre.
Cuando llegamos a la oficia, la inspectora comenzó a regañarlo.
—Es que, Leti, me duele muchísimo; estoy con un cólico terrible —se excusó él.
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Yo hice lo posible por no reírme, pero mi inspectora no aguantó y rio hasta que lloró y se le corrió el maquillaje. A fin de cuentas recibí mi encargo y el chico tuvo que firmar una carta de compromiso para que no lo reprobaran en matemáticas.
