Capítulo 18

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Tres horas antes.
Los tres pequeños dijes se encontraban fríos contra mi piel. Pasé mi lengua por mis labios y suspire. Tengo miedo. Lo admito.
Como pocas veces estoy. Ethan no confía en el resultado de esto. Ni yo.

Ambos venimos al escondite de los medallones solos. Ya que solo nosotros sabíamos su paradero.
Ethan no habló nada en el camino hacia acá. Estaba furioso por lo que yo pensaba hacer.

-¿estás segura de esto Brooke?- pregunta confundido.
-para nada- los tres medallones que antes sostenía en mis manos, ahora los tenia puestos. Colgando de mi nuca.

Mi cabeza comenzó a punzar, caí de rodillas al suelo. Los huesos de mi cuerpo se tornaban y crujían, como si me estuviera transformando.
-¡Brooke!- gritó Ethan con una de sus manos en mi mejilla.
-estoy bien... solo... ¡ah!- golpee mis rodillas con ambas manos.

-¡escucha mi voz Brooke, estarás bien, concentra ese dolor en tu mente, no existe, es solo el poder de los medallones!
-¡poder de mierda!
-Nemo- murmura.

Podía sentir la sangre en mis venas hirviendo. Pero de una manera placentera. El poder de los medallones comenzaban a formar parte de mi.

Cuando el dolor paró. Me vi en el reflejo del largo hielo. Mis ojos brillaban de un dorado vivo. Como dos pequeñas lámparas doradas. De pronto cambiaron a rojos. Y finalmente, azules. Involuntariamente solté un grito.

Sentía la adrenalina correr por mis venas de una manera excitante y poderosa. Nunca me había sentido tan bien.

El brillo se detuvo. Al abrir mis ojos, inhale aire sorprendida. Mis pupilas regresaron a su color original. Marrones. Pero algo cambió. Los tres medallones, dorado, rojo y azul, se habían transformado en uno. Uno blanco.

Cruzamos miradas sorprendidos. No esperaba que esto pasara. Pensaba esconder los tres debajo de una sudadera, pero uno es mas fácil.
-volvieron a su estado original- dijo con los ojos como dos enormes platos.
-tal como debía ser- respondí.

-te amo Nemo.
-y yo a ti Bestia.

Tres horas después
El viento soplaba cada vez con más fuerza y más frío. Pequeños copos de nieve caían lentamente sobre nuestras cabezas. La luna llena reflejaba su mas bello y brillante resplandor.

-¿estás bien?- preguntó B.
-estamos a punto de entrar en territorio enemigo y atacar a esa mujer, perfecta.
-bien- sonrió. En su sonrisa se reflejaba algo más que sólo felicidad, una extraña emoción y maldad.

Nathan, esto es por ti.

Por fin habíamos llegado a la orilla del territorio de Cordelia. B estaba más que brillante y alegre de que hubiéramos llegado.
-¿B?
-¿si?
-¿cuál es tu ánimo u obsesión con matar a esta mujer?

Frunció el ceño.
-¿no es obvio? Mató familia, amigos, acabó con nuestra manada.
-lo que es raro... teniendo tantas oportunidades, ¿por qué ese día? ¿por qué ese momento en que todos estaban haciendo lo que hacían? ¿no te parece algo extrañamente calculado?

-¿qué quieres decir?- sus manos comenzaron a temblar ligeramente y sus pupilas bailaban al compás de sus párpados.
-que es extraño lo que ha pasado, nos han dañado de una manera interna, nuestra manada, Nathan...
-Nathan parecía ser un buen sujeto Brooke, supongo no merecía lo que pasó, de todas formas, murió como un lobo valiente- volteó la mirada al frente.

-¿tu como sabias que era un lobo?
Abrió sus ojos de par en par notando el error que había cometido.
-olía a lobo.
-un lobo no tiene un olor que lo identifique como tal.

Trascendente Where stories live. Discover now