Capítulo 03: Sentimientos desconocidos.

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 Mis pies continuaron, por varios minutos, sin moverse. Aún estaba intentando asimilar toda esas palabras compartidas por mamá y... Harry. Mis manos temblaban de una manera tan exagerada, que me era imposible poder sujetarme del pasamanos. La fuerza de mi cuerpo se desvanecía poco a poco, hasta ya no poder aguantar más en pie, viéndome obligada a recostar mi cuerpo en las frías escaleras de madera. Apoyé mi espalda en los oscuros barrotes, doblé mis rodillas contra mi torso, haciéndolas presas con mis delicados y finos brazos.

Él... ¿Quién era él? Necesitaba aclarar toda esa nube gris formada en mi cabeza, amenezando con dejar caer una horrible tormenta sobre mi. Lo necesitaba urgentemente. Ya fuera por mi propia cuenta, o con la colaboración de alguien útil. De alguien lo suficientemente capaz de relatar, detalle por detalle, la historia de mi vida extraviada en un pozo oscuro.

El sonido del movimiento de los tacones de mi madre indicaban que se dirigía con bastante prisa hacía las escaleras. Yo aún me encontraba echa un ovillo, con mi cabeza entre mis rodillas, manteniendo sin escapatoria mi impotencia y desesperación.

Ya estaba cerca, tan solo tres escalones más.

— ¡Abby! — gritó sobresaltada, llevándose una de sus manos al corazón — ¿Q-qué haces aquí, cielo? Deberías estar en cama. — Posicionó su cuerpo a la misma altura que el mío, sentándose a mi lado. Posó una de sus manos sobre mi rodilla, haciendo suaves movimientos en círculos. — Me tenías tan asustada cariño... pensé que te volvería a perder.

Mi rostro continuaba escondido. Sentía que la persona en la que había depositado la mayor parte de mi confianza, había sido una elección incorrecta. Pensar que mi madre podría ayudarma a descubrir más de lo que yo llegaba a ser consciente, había sido una decisión equivocada. La quería, ¿cómo no? Pero un pequeño sentimiento de resentimiento y rencor consumían parte de ese amor.

Pasaron varios minutos en silencio, y la figura de mi madre aún se encontraba sentada a mi lado, sin apartar su mano de mi rodilla, a pesar de que las caricias habían cesado.

— No quiero más mentiras, mamá. — Susurré, levantando mi cabeza lentamente. Ella fijó sus ojos en mi, con la poca vida que los llenaba, y rojos por las gotas de lágrimas derramadas anteriormente. Su rostro se entristece en cuanto va recibiendo mis duras y frías palabras, tal y como las había soltado de mis labios. Me dolía saber que no era lo suficientemente valiente para ser sincera, en vez de fingir que ella también ha olvidado todo. — No más. O me veré obligada a retirarte la palabra.

Tomó una fuerte bocanada de aire, aún sin apartar sus entrecerrados ojos de mi. Lo haría, por mucho que doliera. Ella no era digna de mi confianza. No si lo único que hacía era mentirme y perjudicarme más de lo que cualquier persona podría llegar a hacerlo. Mis azuladas pupilas continuaban observando el temblor del cuerpo de mi madre, la cual miraba hacía todos lados, en busca de respuestas, respuestas que no encontraba por ella misma. 

— ¿Crees que lo estoy disfrutando, Abby? Dime, ¿enserio piensas que disfruto ver cómo mi hija, mi preciosa niña, se desmaya, y que apenas es consciente de su pasado? ¡Dime! — Se puso en pie de un solo salto, gesticulando exageradamente con sus manos en el aire. Su tono de voz se había elevado, y las lágrimas nuevamente decorabana su cara. Mi expresión era indescriptible, pero una mezcla de culpabilidad, dolor y desesperación luchaban y se golpeaban dentro de mi. Apreté mis labios con fuerza, bloqueando la salida de un gemido. — Eres a la única que tengo, no quiero perderte al igual que perdí a tu padre. Abby — volvió a su postura anterior, quedando a pocos centímetros de mi cara, agarró mi enrojecido rostro con sus dos manos, fijando mis acristalados ojos con los suyos — te quiero, te quiero. — Depositó un enorme beso en mi frente, y volvió a buscar mi mirada — Por favor... perdóname.

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