La riña

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¿Qué vamos a hacer el sábado? —dijo Elmer, mientras enderezaba su espalda.

—¡Ja! Ya no somos adolescentes para salir cada sábado —inquirió Leopoldo sin sacar la vista del monitor.

—No Leopoldo, ya nos toca cambiar de aire —insistió Elmer nuevamente.

—¿Salir a que los caguen a palos a la salida del antro lo llaman cambiar? —dijo rencorosamente Leopoldo.

—¿Entonces que sugieres Leo? —dijo Epifanio sintiéndose mal por lo que él había dicho.

—Recuerdo cuando eramos chicos y no pasaba naranja. Añoro esos tiempos, pero seguimos siendo adolescentes... por dentro —agregué.

—Si, hombre, recuerda esos tiempos —masculló Elmer— , ¿y cómo eran?

—Ustedes tres viven bajo una cultura mercenaria de mentes erradas —se burló Leopoldo.

—Lo único que cuenta es que salimos ilesos, aunque Vladimir... —murmuró Elmer.

—¿Acaso están pensando volver a Anagrama? —respondió Leopoldo estupefacto.

—Es que Vladis quiere volver a ver a su media naranja —bromeó Epi.

—¿Quién? —dijo Leopoldo.

—La tipa que toca el oboe, ¿cómo se llama? —exclamó Epifanio.

—Pst. Aguantarlos a ustedes ya es un gran martirio. Cállense —dije, mientras rotaba mi silla.

—¡Ay! Vladis se está haciendo el boludo —añadió Elmer—, la pelinegra se llama Eclipsa.

—Esa mina tiene cara de yiro —dijo Leopoldo sin dejar de mirar la pantalla.

—¿Pero de que habla este? Estás hablando de la tipa que te apretaste hace unos meses. ¡Leopoldo! ¿Qué decís? —chillé.

—Vladis tiene razón. ¡Jua! —respondió Epifanio lanzando una risita.

—Yo no estoy negando que hubo un chape de tres minutos... —agregó el rubio.

—¿Por qué la besaste, entonces? —pregunté curioso.

—Y qué se yo, la agarré y le di un beso, me había gustado su show.

—¿Cómo que solo te gustó su show? Mirá Leopoldo, no nos quieras ver la cara de salames... —dijo Elmer, sin vacilación o temor.

—Pero eran otras épocas, no vas a comparar a Eclipsa con Amira —dijo excusándose.

—No, pará un cachito... —dijo Epifanio mientras terminaba de teclear—. Necesito una Pepsi. ¿Acaso no querés que Vladis te la robe o qué?

—Nada que ver, déjate de joder. Digo que podemos ir a otra discoteca.

—¿Cuál sugeris? —pregunté.

—En avenida La plata esta Nefertiti. Está bueno, fuí un par de veces con Amira.

—Nefertiti es una garcha. Esta lleno de chetos —dije y negué con la cabeza.

—En ese antro pasan Ace of base. Es un plomo —dijo Elmer lanzando una carcajada—. ¿Acaso vos y Amira son de la clase A?

—Reíte, vos reíte... por lo menos cuando llego a casa tengo la comida preparada, la ropa limpia y una mujer en mi cama —dijo Leopoldo—. Hagan lo que quieran.

BALADA DE OBOE  (𝙽𝚘𝚟𝚎𝚕𝚊 𝚝𝚛𝚊𝚜𝚑) Where stories live. Discover now